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sábado, 30 de abril de 2016

jueves, 28 de abril de 2016

Gachufla






El autor y su libro... Alejandro Campoy Fernández y "VerS.O.S y otro dilemas" 
Alejandro Campoy Férnandez  es el autor del libro “VERS.O.S. y otros dilemas”  (2015),  un libro difícil de beber si vas "leído". En él, el autor dirige poemas profundos a todas y cada una de las mujeres que han poblado su vida y han contribuido a mejorarla pues, como nos dice el autor, "es una forma elegante de hacerlas el amor, al menos, una vez más". Le ha costado publicarlo pues inevitablemente contiene parcelas de intimidad y a nadie le gusta desnudarse ante la mirada vestida de los demás. Original en el formato y modesto en cuanto a número de ejemplares porque la obra lo reclama. Es una declaración de guerramor, personal y profunda, libro escrito para ellas, pero con el objetivo de que nunca lo lean.

lunes, 18 de abril de 2016

Esperando




Dulce es su mirada, insistente era su corazón, enamorada del mar, enamorada de aquel amor...
Su pelo rubio se anillaba en el viento, esperando su regreso, en aquel faro junto al puerto.
A veces se escondía detrás de la ventana con vistas al mar, la cortina acariciaba su suave piel y allí se llenaba de atardeceres, entre la melancolía de la lluvia y los crepúsculos de aquel mar. Era eterna su paciencia, no tenía un final...
Olas con furor golpeaban su corazón, su espíritu se anilló en el sonido del mar. Pues su fiel amigo, el mar, le arrancó su gran amor...
Él le prometió volver mientras embarcaba en aquel velero, dándole un beso en la frente se despidió de ella. En aquel muelle, en aquel faro, donde los atardeceres se anidaron en sus ojos, esperando a su amor, allí en un amanecer, él le dedicó en un susurro un adiós, y un olvido silencioso, que ella nunca pudo descifrar.

domingo, 3 de abril de 2016

Íntima



Un niño nació en una esquina de la ciudad de Málaga, sobre la oscuridad de la madrugada. Y a las pocas horas de edad fue abandonado, apenas envuelto en un trozo de tela gruesa, a las puertas de la Catedral. Su madre era una indigente alcohólica que mendigaba por las calles comerciales y, por lo tanto, conocida por la policía local. Tras su detención no paraba de repetir que abandonar allí al niño era lo mejor que pudo hacer. Como no entendiendo delito en acudir a su desterrada esperanza cristiana y dejar al bebé ante la imponente sede católica. Curiosamente acertó, el Obispado de Málaga tramitó las instancias adecuadas para que el bebé fuera criado y educado en un orfanato de la provincia.
Los primeros cinco años de la vida de Inocencio transcurrieron en un pequeño orfanato del municipio de Ronda, hasta que fue adoptado por un viejo matrimonio sin hijos que vivía en un pequeño pueblo sevillano. José tenía sesenta y tres años, su mujer, Consuelo, rondaba los cincuenta y siete. Debido a la considerable edad y prácticamente sin más familia, habían decidido adoptar un niño para ayudarles en la cercana vejez con las labores del campo y en la humilde granja que moraban. Cuando vieron a Inocencio ya no buscaron más, su aspecto sano y despierto avaló la decisión. Al poco tiempo aquel niño de ojos grandes y pelo tieso durmió en una nueva y mejor cama. Al hogar de un caserío blanco a orillas cercanas de Laguna del Conde, un pequeño pueblo o aldea en plena Marisma del Guadalquivir.  
Pronto apodaron al niño con un diminutivo cariñoso, None. Y así fue creciendo y adpatándose bien a su nuevo entorno rural. Sin embargo, nunca fue al colegio, no sólo porque quedaba muy lejos, sino porque Consuelo le ensañaba a leer, escribir, matemáticas, algo de geografía y todo lo que ella sabía. Que no era poco, había sido profesora y gracias a ello pudo tramitar esta enseñanza a distancia. Sin colegio y sin calles con vecinos None apenas tenía amigos de su edad. Sus padres adoptivos sólo lo llevaban al cercano pueblo de Villaman del Condado para la misa de los domingos. Después del acto religioso el niño disfrutaba de su único día libre semanal. En aquellos festivos le gustaba recorrer las calles del pueblo y hablar con la gente mayor, por lo general era considerado un niño simpático y educado. En algunas ocasiones otros niños le incordiaban. A veces, incluso, tenía que huir corriendo de chicos mayores que trataban de pegarle o hacerle llorar.

Sin embargo None era el niño que conocía a más personajes relevantes del pueblo: a Miguel el tabernero, a su tocayo el panadero, a Plácido el del kiosco, a Lucas el tendero, a Vicente el orfebre... Pero entre todos, el que más respeto y admiración le causaba era el subteniente Higinio, un viejo excombatiente de la Guerra Civil que perdió su pierna derecha en la dura Batalla del Ebro. Entre tanto diálogo con mayores y al paso de algunos años el niño descubrió que quería ser adulto cuanto antes. Y con doce años despertó al amor. Se enamoró perdidamente de Luisa, la enfermera ayudante del único médico del lugar. Aunque previamente medio padrón masculino del pueblo también se “enamoró” de ella. La verdad es que, la difunta Luisa, era una señora muy hermosa.