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viernes, 31 de enero de 2014

Atardecer en noviembre

                                                                                  Atardecer en noviembre



Suena compasadamente la lluvia que cae sobre el asfalto. Sobre la acera. Corre atropellada  por los canalones,  precipitándose por los desagües, buscando inquieta su salida. El cielo plomizo de noviembre se cierra de nubes cenicientas que ocultan la cumbre del Aloia, velada como una isla que emerge tras la niebla. La tarde se desvanece rápido y antes de que expire y la noche lo envuelva todo de oscuridad, llega ese extertor de luz cenital por la que durante unos minutos el cielo se torna ambarino y brilla fugazmente como en un último estallido de luz. Después el ocaso se precipita y lo inunda todo.

Autor: Descastedo (@antonio57009464)


"El viento ululaba entre las ramas de los árboles, y ya se sabe que en el mundo no hay música más dulce que la del viento sonando en las copas de los pinos al atardecer".
Lucy Montgomery



lunes, 27 de enero de 2014

Reos


REOS


Te veo aparecer despacio, disipándote entre las sombras,
me llamas y acudo, porque nadie como yo te ama.
Eres el dibujo que con palabras he ido trazando a diario,
En cada verso, en la poesía , que deseo sientas en mis labios.
Está siendo tan largo el camino…
Tantas veces roto por el desanimo que da la esperanza estéril,
dudas ciegas que se empeñan en parasitar.
Caminando para hallarnos, sintiendo la fuerza de cadenas fieras,
que como yugo nos atan a los miedos sin dejarnos avanzar.
Reto que el destino nos planteó allá, en cualquier día,
y  de la mano nos llevó a enfrentar tus palabras a las mías.
Hemos sido a la vez, dos ángeles con sus demonios,
surcando placidos cielos, o quemando este amor en el averno.
Cruzando ríos de nostalgia que nos arrastran hacia un negro mar,
diciendo adiós, mirando atrás, buscándonos en el desespero,
aun sabiendo que estamos condenados a volvernos a encontrar.
Reos de una quimera que los Dioses juegan con golpe certero,
nos negamos a ser esclavos del azar…
Nos abrazaremos encontrando el momento del destino ciego,
entonces no habrá agonía, ni Olimpo que nos pueda amordazar.






"Porque nadie sabe lo que a nadie le digo, la noche entera es corta para soñar contigo, 
todo el día es poco para pensar en ti"
José Ángel Buesa





Dos



"No existe un TU ni un YO sino un NOSOTROS"
Martin Buber



Más de PROSILAND (@PROSILAND) en su blog www.paraelviento.wordpress.com


domingo, 26 de enero de 2014

Y te fuistes...



Y te fuistes.... 

Y te agarré la mano muy fuerte
 Y la besé un millón de veces
 Creyendo que así te retendría...
 Pero ya no pudo ser...
 Te fuiste...
 Y desde entonces ya nada es igual…
 Nunca lo será…
 Te has llevado un pedacito de seis corazones rotos…
 Has dejado un vacío imposible de llenar…
 Y recuerdos infinitos…
 Ando como perdida… te busco en cualquier detalle, palabra, olor y sabor…
 Sé que este dolor inmenso con el tiempo será soportable…
 Demasiado pronto..
 Demasiado por vivir todavía…
 Muchas conversaciones inacabadas…
 Muchos te quiero por decir, nunca son suficientes…
 Alguien me ha dicho que vino a por ti…
 Tu trianero guapo…
 Tu compañero que tan pronto se fue…
 Que agarró tu mano y te acompañó…
 Quizás por eso sonreías…
 Quizás por eso sonrío ahora...
 Descansa madre…
 Descansa.

                            Autor: @lasevi39
"La más bella palabra en labios de un hombre es la palabra madre, y la llamada más dulce: madre mía".
Khalil Gibran





viernes, 17 de enero de 2014

Buscando a Lucía


Escribir como terapia. Eso pensaba Samuel cada vez que se sentaba frente a su portátil. De lo que no se había percatado aún era, que él, de esa manera, había construido su propia trampa. Pasaba el día como cualquier otro hombre que trabajaba para subsistir, la ambición no era precisamente lo que le caracterizaba. Para él, lo más importante siempre había sido sentirse libre de movimiento y desde hacía algún tiempo y por dolorosas experiencias, libre de compromisos. Sin embargo, esto último había empezado a convertirse en una obsesión, pero no en una cualquiera; una obsesión de búsqueda narrada por él mismo cada vez que se auto aplicaba su terapia.

Cuando comenzó a escribir lo hizo para volcar sobre un lienzo en blanco todo aquello que no se atrevía a decir oralmente a nadie. A pesar de parecer un hombre muy extrovertido, guardaba para si mismo una gran cantidad de recuerdos y reflexiones de las que no hablaba para no parecer vulnerable. En poco tiempo, se dio cuenta que a sus letras le hacían falta el brillo de una figura femenina, era también una manera de describir lo que tanto había deseado encontrar en las diferentes relaciones que había vivido, muchas de ellas, con tristes recuerdos. Sin darse cuenta, fue creando una mujer idealizada que pronto pasó a formar parte de su día a día. La llamó Lucía.

Dedicaba mucho de su tiempo libre para escribirle a Lucía, sin embargo. Esto no le hacía aislarse del resto de su entorno. Compartía muchos amenos momentos con amigos y amigas de toda la vida y algunos otros que se habían incorporado al grupo en los últimos tiempos. Era un grupo muy variopinto donde se hablaba de todo o se discutía por diferencias que nunca pasaban de una amena tertulia. Samuel, tenía entre ellos la fama de ser un poco snob y bromeaban mucho sobre sus continuas relaciones que no duraban más que algunos encuentros. Lo que no sabían sus amigos era que él, en esas relaciones, iba buscando a la Lucía que él mismo había creado. En algunas, le parecía ver los ojos de misterio que había pintado, en otras, la sonrisa que le cautivaba pero, después de intimar con ellas, se daba cuenta que no eran su Lucia.

Muchas veces sentía la frustración que da el fracaso, aún sabiendo, que lo que perseguía no era más que un fantasma creado por su interna soledad pero, todos los días, después de llegar a casa y descansar un rato, volvía a escribirle a su amada. Lucía tenía para él un poco de cada mujer que había marcado su vida. Todas ellas seguían siendo sus recuerdos, unos tristes y sangrantes y otros llenos de dulzura y nostalgia. Realmente, nunca le dio un aspecto físico al personaje, solo describía unos ojos brillantes y llenos de alegría o una boca sensual y carnosa, siempre sonriente. Pero, si tenía una descripción para lo que necesitaba de ella con urgencia, un sentimiento que llenara su vida de forma tal que nunca pudiera renunciar a él. Su estado de ánimo muchas veces lo reflejaba su mirada, algo triste y vacía. Sentía la necesidad de contarle a alguien lo que le sucedía pero, temía que confundieran su estado emocional y que su fama de bohemio creciera todavía más. Saltando de un pensamiento a otro se acordó de su amiga Mireya. Era una de las últimas chicas que se había incorporado al grupo y a él le parecía, no solo muy guapa sino, muy sensata. A pesar de que hablaba poco pero, siempre le parecían acertados sus comentarios, eso si, era una chica muy romántica y bastante soñadora. Mireya sonreía mucho y eso le gustaba. En alguna ocasión, la sorprendió mirándolo atentamente y al verse descubierta se sonrojaba y disimilaba rápidamente desviando la mirada.

Se preguntó si podría contarle a Mireya su situación, le parecía que entre todas, ella podría entenderle y darle su punto de vista. Al menos, tendría a alguien con quien hablar sobre Lucía. Así lo hizo, se encontró con su amiga para tomar un café y después de darle muchas vueltas al asunto sin saber cómo comenzar, le contó todo desde el principio. Ella le miraba atentamente y de vez en cuando sonría, lo que le daba a él más seguridad para seguir matizando sobre su historia. Una vez que Samuel creyó haberlo contado todo, calló y esperó la opinión de Mireya. Ella se inclinó sobre la mesa y le tomó las manos, le miró sonriendo y solo le dijo “Has buscado a tu Lucia con los ojos en vez de buscarla con el alma” Por la mente de Samuel desfilaron todas las chicas con las que había estado en ese tiempo y de pronto se detuvo a mirar a la mujer que tenía frente a él. Fue entonces, cuando se dio cuenta que la mirada brillante y la sonrisa de aquella mujer había sido la que le había inspirado para crear a su Lucía.



"Nunca amamos a nadie: amamos, sólo, la idea que tenemos de alguien. Lo que amamos es un concepto nuestro, es decir, a nosotros mismos". 
Fernando Pessoa


                                

miércoles, 8 de enero de 2014

Sueños... #microrelato




"El amor depara dos máximas adversidades de opuesto signo: amar a quien no nos ama y ser amados por quien no podemos amar".
Alejandro Dolina




Labrador de amores

"Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos"

Pablo Neruda



Eligiendo el camino

Tenía los ojos muy oscuros… eso y aquella mirada tan profunda, le hacían parecer un hombre muy interesante. Su barba de dos o tres días le daban un aspecto desaliñado pero intencionado; lo conjuntaba con un corte de pelo que complementaba una imagen muy varonil. Aquellos tejanos desgastados, la camisa abierta sobre una camiseta negra. Ah…eso si, había algo que no cuadraba, aquellos zapatos relucientes y a la vista, bastante caros.  Miré a los míos, mis Converses parecían venir de una batalla.

Eso fue lo que me atrajo de él. Lo vi por primera vez en la gelateria que está cerca de la Piazza della Signoría… si, en Florencia. Ambos esperábamos a que nos atendieran. Pude percibir como él estaba haciendo lo mismo, me estaba detallando. Cuando se dirigieron a él para preguntarle  lo que deseaba, respondió “primero la señorita” -¡Oh Dios, era español! Le sonreí y pedí.  Al irme, me giré y le di las gracias. Caminé hacia la plaza, necesitaba hacer tiempo para entrar a la Academia, cuando ya no hubiese colas y menos gente dentro del museo. Es una sensación indescriptible comer un helado debajo de la réplica del David de Miguel Ángel, es aún más indescriptible, sentir que alguien te está mirando y suponer de quién se trata o, quizás, era lo que yo estaba deseando.

Quería tomarme todo mi tiempo para hacer la visita. Me gustaba viajar sola, a mi aire, haciendo lo que me apetecía en cada momento. Había planificado tanto aquel viaje, había ahorrado tanto, privándome de cualquier capricho, que no podía perderme ningún detalle. Paseaba admirando todo lo que iba apareciendo ante mis ojos. Yo misma, con toda intención, estaba retrasando el momento de encontrarme ante el David, el original, el que había salido de las manos del escultor. Llegué a él y allí quedé clavada al suelo ante él. Después de un rato, sentí como alguien se paraba a mi lado, haciendo lo mismo que yo, admirando. No me di cuenta de quién era hasta que me dijo “es lo más perfecto dentro de la imperfección” Allí estaba y con toda seguridad, no era una casualidad.  El recorrido que restaba lo hicimos juntos.  Él, como si conociera de memoria cada rincón del museo. Terminamos cenando en una Trattoria frente al Duomo. No podía ser más agradable la noche; el decorado, las velas, un Chianti exquisito y Miguel, que resultó ser aún más interesante y divertido que lo que había intuido. Hablamos de tantas cosas, que el tiempo desapareció y llegó casi la medianoche. Como  todo un caballero, me acompañó hasta mi hotel. Nos despedimos, no sin antes, darnos los números de teléfono.

Me levanté temprano, tenía que coger el tren a Siena para pasar allí la mañana y luego seguir, en autobús hasta San Gimignano. Me senté a desayunar en una pequeña mesa, casi oculta por una columna. “¿La puedo acompañar señorita?” fue tanta la impresión que tuvo que reflejar mi cara que, él soltó una sonora carcajada. Me contó que una vez que yo había desaparecido en el ascensor preguntó al recepcionista si tenía habitaciones libres y esa misma noche había cambiado de hotel.  Miguel tenía un coche alquilado y a partir de ese momento, comenzó realmente el viaje que había soñado.  Recorrimos La Toscana en toda su extensión, con él no solo vi los paisajes verdes que tanto había visto en imágenes y que me parecían inalcanzables, visitamos rincones mágicos y muy románticos, viví los días de amor más hermosos que mi memoria atesora. Todo era como un sueño, todo era ideal, tanto, que decidimos no volver a separarnos.

Se terminaron aquellos maravillosos 17 días y regresamos a España. Arreglé todo en mi ciudad, metí mis trapitos en una maleta, me despedí de la familia y amigos y me fui a prolongar aquellos días de amor junto al Miguel que había conocido en Florencia. Era un prestigioso abogado en su ciudad. Tenía un status social bastante alto y se codeaba con gente muy importante. Ya no lo volví a ver vestido de la forma informal que lo había conocido, ni siquiera, en algún fin de semana. Su imagen era imponente además de elegante. Entre todas sus actividades estaban las cenas y recepciones a las que era invitado y a las cuales comencé a ir con él. Dejé en el armario mis tejanos, camisetas y zapatillas deportivas, todo fue sustituido por elegantes vestidos de marca, glamurosos trajes de noche y siempre… tacones de vértigo.

Al principio, la novedad no me importó, yo solo quería estar con él. Con los meses empecé asentirme muy triste y desubicada, yo estaba acostumbrada a moverme en ambientes de arte y sobre todo, a no sentirme limitada por ningún tipo de apariencia. Miguel pasaba todo el día en el bufete y yo quería volver a trabajar. Él me pedía comprensión y me decía que no desesperara, que no tenía ninguna necesidad de trabajar estando con él. Una mañana me llamó desde su bufete y me dijo que nos encontraríamos en un Restaurante del centro para comer juntos. Yo no tenía ganas de vestirme de señora, por lo que me puso unos tejanos con una camiseta blanca y unas manoletinas. Cuando llegué, ya estaba él sentado pero, no solo, le acompañaba una pareja. Me acerqué a ellos y cuando Miguel se giró, me miró de arriba abajo y pude ver una mueca en su cara. Estuvo muy incómodo y cortante durante toda la comida, a pesar de que yo intentaba parecer muy agradable y correcta. Terminada la comida, me fui a casa y a los pocos minutos de llegar, me llamó él; su primera expresión fue: “¿por qué has ido a comer como si fueras al mercado?” “ tienes ropa suficiente como para vestir como debes, lo sé, porque yo la he pagado”.

Autor:  Nerea (lenenaza)
No le respondí nada. Colgué el teléfono, estuve un rato con la mente casi en blanco, recostada en el sofá, encendí un cigarrillo y me dije “cuando haya terminado de fumarlo, tomaré una decisión”.  Terminé de fumar pero, aún no sabía qué hacer. Le amaba y sabía que él me amaba a mí, pero sabía que si permitía que me tratara de esa manera una primera vez, ese amor se convertiría en sometimiento por mi parte y dominio por la suya . Miré alrededor y entonces, posé mis ojos en el armario del pasillo que estaba medio abierto. Vi mis viejos Converses… esa era la respuesta. Me los calcé, recuerdo que sonreí y recordé lo que yo había sido antes de entrar en aquella casa. Me fui, solo le dejé una nota:

"Hoy he comprendido que unos tacones no me hacen más alta en mi autoestima, me gusta sentir el suelo cerca de mis pies"

                                                                       Nuria

        

"No hay mejor medida de lo que una persona es que lo que hace cuando tiene completa libertad de elegir".
              William M. Bulger