Viendo la televisión, leyendo la prensa y dando una vuelta por las redes sociales, me entran ganas de ser alemán, ser oriundo del país de la panacea, donde los perros comen salchicha y el dinero crece en los árboles. Quiero vivir en ese país donde todo el mundo es feliz bebiendo cerveza, donde los problemas no existen y aparentemente la debacle económica no les afecta. Quiero pertenecer al país donde muchos dicen que se encuentra El Dorado, y como los exploradores españoles del siglo XVI, miles de nuestros jóvenes, aquellos especialmente preparados para sacar esto adelante, inician su particular aventura en busca de la oportunidad que su propio país les niega.
Desearía poder reírme y no morir de vergüenza ajena por la actitud de un presidente del gobierno que ante graves acusaciones a su honestidad, y también de la de algunos de sus ministros y colaboradores, sólo sabe ocultarse detrás de un plasma, esconder la cabeza debajo del ala o tener la actitud de un niño de tres años que todo lo soluciona con un simple “yo no he sido”.
Quiero ser alemán para poder decirle a los habitantes de mi
país, que Europa, los bancos y aquel
ente llamado el mercado se ríen en nuestra cara al ver que somos nosotros los
que pagamos un crédito pedido para
salvar a los bancos mientras estos cierran el grifo de la financiación a las
pequeñas y medianas empresas obligándolas a cerrar y con ello enviar a miles de
trabajadores directamente a la cola del paro. Ver como los poderes económicos en la sombra dictan las
normas a nuestros gobernantes que servirán de guía para nuestra miserable
vida. Actúan como lo hace el
pastor con sus ovejas agitando su vara
para que ninguna salga de su redil y si alguna lo intenta, lanzan a sus perros
guardianes en busca de la oveja descarriada para hacerla volver a la vereda totalmente humillada.
Poder decir a la gente de este país que todo lo ocurrido es culpa
suya por haber vivido por encima de sus posibilidades, omitiendo, claro ésta,
que fue la banca extranjera quien suministró el dinero que sirvió para ejecutar
las barbaridades económicas causantes de casi todos nuestros males. Esa banca
que en su día disfrutó de pingües beneficios y que ahora es incapaz de perdonar
ni un céntimo de euro de lo prestado y
que si se necesitamos más dinero hace que nos tengamos que arrastrar por el
fango besando sus pies a cambio de una pequeña
e insuficiente limosna.
Pero no, no soy alemán,
y soy de donde soy, de aquí de mi país,
y sufro en vivo y en directo todas aquellas noticias catastróficas que
sobre nuestra económica pronostican los expertos extranjeros, mientras que con una sonrisa irónica el
ministro de turno lo niega diciendo que todo va mejor sin comentar que acaba
que decretar una nueva subida de impuestos u otro recorte a los ya exiguos servicios que le quedan a nuestro
estado ahora llamado del malestar.
Como vivo en un país económicamente axisfiado sin atisbos de
salir de ahí, tengo que aguantar como ciertos gurús económicos, al igual que
los charlatanes de antaño, nos venden sus ideas como la solución a todos
nuestros problemas pero si se les pregunta porque no ofrecen aquello que ofertan a los que nos gobiernan
casi siempre se salen por peteneras. También tengo que ver como los demagogos
que se venden como salvadores de la patria son aplaudidos por la masa sin
pensar que sus palabras, en la mayoría de los casos, están vacías y huecas.
No soy alemán y tengo que soportar que aquellos que han
surgido de la nada y que desde ella
y con pequeños pasos, han ido consiguiendo variar aunque sea un
poco, la porquería que nos asedia, que tienden la mano a aquellos que nos
gobiernan aportando sus ideas desinteresadamente para ver si entre todos
podemos dar un giro a la realidad que nos apresa, y ¿qué obtienen por parte de nuestros
gobernantes? Descalificaciones y
comparaciones con actitudes que en otros países, como en Alemania, su código
penal condena.
Por todo esto quiero ser alemán para poner mi bota sobre la
garganta de los países que como el mío son asfixiados con normas sacadas del
neoliberalismo más salvaje, donde prima rescatar a los bancos y no a las
personas, donde es más importante reducir el déficit que mantener las ayudas de
los discapacitados, donde tener un trabajo se considera un privilegio y el
afortunado de tenerlo debe someterse a
aquello que dicta el empresario bajo la continua amenaza de un despido
cuya causa alegada es tener un tanto por cierto menos de beneficios, que no
pérdidas, que el semestre pasado. Ah, y
ya puestos cuando me jubile quiero ser alemán para venirme a España a disfrutar
de la vida tal y como solían hacer los habitantes de ese país.
Autor: Carmen @Persefone123
Autor: Carmen @Persefone123
"Fue en España donde mi generación aprendió que uno puede tener razón y ser derrotado, golpeado, que la fuerza puede destruir el alma, y que a veces el coraje no obtiene recompensa".
Albert Camus
Excelente articulo. Muy bien llevado y dejando clara evidencia de una situación que nos está asfixiando. Lamentablemente, los españoles aun cargamos con el complejo del elemento pobre de esta Europa. Creímos que estábamos avanzando y el despertar ha sido, inesperado y violento. ¿Que podemos esperar? Todos, queremos que pronto remontemos la situación que está viviendo el país, pero esto no se va a resolver por arte de magia. Estamos doblegados a las decisiones de elementos extraños llamados amigos, que nos manejan para su propio beneficio y aquí seguimos, viéndolas pasar y esperando que caiga el mana del cielo.
ResponderEliminarNos hicieron creer que estábamos dentro de los grandes de Europa, mientras dábamos beneficios perteneciamos al grupo selecto de los países ricos, cuando la burbuja estalló nuestro amiguitos "guais" desaparecieron, como lo hacen los clasistas cuando uno de su círculo social pierde poder adquisitivo, volvimos a pertener al grupo de "los paises del sur de europa", volvimos a ser el trio maldito Grecia, España y Portugal. Desde Europa, siguiendo los designios de Alemania, al igual que ya pasaba en los años 80, les dicen a nuestros gobernantes como deben ser nuestra vida, como debemos comportarnos y ellos obedecen sin rechistar sin importar las consecuencias sociales para la cuidadanía, todo a cambio de una limosna, para pagar los desfases económicos de nuestros bancos, no para lo que necesita el pueblo. ¿En que cabeza cabe que a un banco se le perdone su deuda contraida con otro bancos, y a una familia se le niega ese mismo derecho? Sólo en la de nuestros gobernantes.
EliminarEstamos pagando lo excesos, todos, los nuestros y los de los que nos han llevado a esto. Desgraciado país este que nos ha convertido en parias, en vagabundos del mundo, buscando, ya no vivir, sino, sobrevivir. Dominados por el consumo nos hicieron creer que aquella bonanza
ResponderEliminariba a durar toda la vida... y nosotros lo creímos. Te felicito, muy buen artículo.
Casi todos creímos que vivir en el país de nunca jamás siempre duraría, no escuchamos o no quisimos escuchar a las vocecillas que nos advertían de lo que está pasando ahora, las hacíamos acallar. Pero los finales felices sólo existente en los cuentos, y volvimos a la realidad, aquella que siempre fue, la que parecía lejana fruto del espejismo de la opulencia en la que vivimos durante unos años. Ahora toca pagar los excesos pero ¿Quién los paga? No aquellos que los provocaron e hicieron cree al resto que eso era la cuento de nunca acabar, lo pagamos nosotros, el gente mundana, que en muchos casos, más de los que podamos pensar, no tienen, como dices, ni para sobrevivir.
EliminarYo no sé si sereis si ó no periodistas los que escribis en este blog estos artículos tan buenos, si no sois lo que pienso ser dignos de una columna en el mejor diario publicado ya no digo en España sinó en cualquiera que se publique en cualquier lugar del mundo sois unos fenómenos.Gracias
ResponderEliminarMavilbaseta no me deja responderte a tu comentario así que lo hago más abajo. Me alegra que creas nuestros escritos dignos de ser publicados en periódicos, no somos periodistas, sólo juntadores de letras. Ya sea la situación social en la que vivimos, un hecho, un sentimiento, una película, una canción... hacen que tengamos la necesitad de juntar letras para expresar aquello que nos hace sentir una casualidad cualquiera.
ResponderEliminarMe maravilla la seriedad de este blog, con la seriedad que exponeis vuestras teorías de como se están sucediendo las cosas en nuestros días, felicidades por ello, me encantan que los comentarios sin una pizca de frivolidad, es bonito lo que haceís, lástima que se escribiera más y más gente, cada uno dando su opinión clara y concisa.Gracias.
ResponderEliminar