No lo entendía...

Por más vueltas que le daba a la cabeza… no lo entendía. No lograba entender porque durante estos últimos meses no la miraba por la calle cuando se lo encontraba, no respondía cuando le llamaba a su puerta.  No comprendía porque frecuentaba otras compañías femeninas, cuando por la noche lo veían llorar en la cama desde la ventana.  Por más que lo pensaba, no lo entendía, sobretodo, después de haberle dicho aquella noche que la amaba.

Un día sus preguntas parecieron obtener respuesta, le vio salir de una floristería con una ramo de orquídeas blancas, sus flores preferidas; pensaba que se dirigiría a su casa, que iría a buscarla. Pero él caminaba en dirección opuesta, y como de costumbre,  le siguió. Se quedó helada al ver cual era su destino, una lápida con un nombre y una fecha, su nombre y la noche en que le dijo que la quería. Ella salió de su escondite y no paraba de gritar que no era verdad, que ella está allí, frente a él, que lo amaba por la vida entera... pero él no escuchaba…

Entonces, los maullidos de un gato le sacaron de su ensimismamiento  evocando el recuerdo del tiempo pasado junto a su amada, y miró esa preciosa gata blanca y le dijo “tienes los  mismo ojos  que ella”, y mientras mecía a la gata entre sus brazos para  llevarla a su casa, ella supo que iba a cumplir su deseo...  pasar juntos el resto de su vida.

Autor: Carmen @Persefone123