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miércoles, 16 de octubre de 2013

La Fornarina



Es muy frecuente que nos llenemos del romanticismo que narran las bellas historias de amor escritas por inspirados escritores, que las sintamos como propias y creamos que amores como esos solo se pueden leer en novelas o en sentidos poemas. Lo cierto es que, hay historias, no escritas sino vividas por sus auténticos protagonistas que hacen palidecer cualquier historia creada por la inspiración, para ser contada.
Hace pocos días, por una situación personal, recordé una historia que me contaron la primera vez que estuve en Roma. En aquel momento me pareció muy romántica pero, ahora al volver a esa ciudad y pasear por el Trastevere, me deje llevar hasta la que se supone fue la casa de una hermosa mujer, que es la protagonista de aquella historia. Se trata de la casa de “La Fornarina” De la misma forma que yo callejeaba por el barrio, un día paseó Rafael Sanzio y ante él encontró a la que iba a ser, no solo su musa, sino su gran amor. Como en todo lo narrado por los historiadores, no hay acuerdo entre ellos sobre la verdadera historia de esta relación, salvo algunos detalles obtenidos como conclusión del análisis de un cuadro que Rafael mantenía oculto en su estudio y que apareció tras su muerte. De este cuadro solo tenían conocimiento sus más allegados y sus discípulos. Yo conozco la historia que cuenta el pueblo, la que ha venido rodando de generación en generación y que no ha sido escrita sino narrada verbalmente.
El joven Rafael llegó a Roma procedente de su Urbino natal y después de haber hecho un periplo artístico por Siena, Venecia y Florencia, donde se había codeado con los grandes genios de la pintura del momento, el alto Renacimiento. Entre ellos el gran Leonardo y Miguel Ángel, con los cuales trabajó como aprendiz.  Ya en Roma, recibe el encargo de decorar las habitaciones privadas del papa Julio II. A partir de ahí comienza la popularidad del pintor y empieza a ganar mucho dinero, porque toda familia de bien, quería un cuadro hecho por sus manos. Tras la muerte del papa, fue confirmado en su cargo por León X, que más que un papa, actuaba como mecenas de grandes artistas. Era tanta la admiración que despertaba, que un importante cardenal le ofreció la mano de una de sus sobrinas, con la cual se comprometió.


Rafael tenía fama de hombre libertino y enamoradizo. Frecuentaba las pecatricci (pecadoras) cortesanas y eran famosas sus fiestas y juergas. Paseando un día por el Trastevere, entró a una panadería atraído por el olor del pan recién horneado, allí conoció a Margarita Luti, apodada La Fornarina por ser la hija del panadero. Cuenta la tradición popular que el pintor quedó prendado de la joven. Los paseos por aquel barrio comenzaron a ser cada vez más frecuentes. Se inició un tórrido romance entre los dos jóvenes que llegó a crear cierta dependencia en el pintor, tan marcada, que necesitaba tenerla cerca para poder inspirarse y pintar. Al mismo tiempo, el cardenal constantemente le recordaba el compromiso que había adquirido con su sobrina. Rafael, nunca rompió el compromiso pero, siempre encontraba alguna disculpa para no cumplirlo.
La tradición cuentista romana, tan exagerada como romántica, cuenta que Rafael y Margarita se casaron en secreto. Era una forma de cumplir con su amada y al mismo tiempo, ocultarlo a una sociedad que señalaba a Margarita por su origen humilde.  El amor entre ambos era tan intenso que sus horas de lecho eran interminables, no lograban saciarse. En una de esas entregas llenas de pasión y sin saber el tiempo que habían dedicado a la misma, Rafael terminó con altas fiebres que ningún médico supo controlar. Agonizó durante varias semanas y durante ese tiempo imploró a Margarita que se mantuviese alejada.  No olvidó a Margarita en su testamento, legándole un gran patrimonio aunque esta lo rechazó. Margarita se recluyó en un convento a los cuatro meses de la muerte de Rafael, muriendo pocos años después.
Cuanta verdad y cuanta leyenda hay en la historia se desconoce, como todo lo que cuentan los historiadores, de acuerdo a la simpatía que les inspirara el personaje. Lo cierto es que, una vez recuperado el cuadro de “La Fornarina” se han podido analizar algunos elementos que podrían confirmar la historia contada por los romanos. Una de las alegorías más destacadas es el brazalete que luce la dama en su brazo izquierdo, donde se puede leer claramente el nombre de Rafael. En uno de sus dedos, originalmente fue pintado un anillo, al parecer de casada y que posteriormente fue tapado por sus discípulos. Pero tal vez, lo más llamativo sea la perla que ella luce en su turbante, según los entendidos, claras insinuaciones del matrimonio clandestino de la pareja.
Me gusta la historia contada por la gente de Roma. La prefiero a las confrontaciones de los historiadores llenas de datos y fechas. Me gusta oírla contada con la euforia llena de magia que impregnan los romanos a todas sus historias y más, cuando está el amor de por medio.
Solo un dato más: Cuatro meses después de la muerte del pintor, en el Convento de Santa Apolonia del Trastevere, se registra la entrada de una “viuda Margarita”, hija del panadero Francesco Luti di Siena.

Autor: Nerea Acosta @lenenaza 


"En toda historia de amor siempre hay algo que nos acerca a la eternidad y a la esencia de la vida, porque las historias de amor encierran en si, todos los secretos del mundo"
Paulo Coelho.


1 comentario:

  1. Es cierto que es poca la fiabilidad que puede llegar a transmitir este bello romance, en boca de historiadores. Mas, lo mejor es quedarse con la pasión que unió a aquellos amantes clandestinos.

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