Cuantas son tus miradas perdidas.
Buscando en la sombra una sola
respuesta.
Una luz, una razón, una salida.
Que te rediman entre tanta
tormenta.
Ya no queda sal para el mar de
tus ojos.
Ni hay viento, que lave tus
penas.
No hay cielo, ni paz; son mil
cerrojos,
Los que aprisionan tu alma y tus
velas.
Soledad amarga, desgarrando alegrías.
Dibujando en tu cara recelo y
desengaño.
Vidas rotas y manos vacías.
Ya no hay sendero para tus pies
descalzos.
Pero puedes volar si extiendes
tus alas.
Si cierras los puños y buscas
adentro.
Si sales afuera y gritas con
ganas,
Que nada podrá nunca enterrar tus
sueños.
Que no eres de nadie, que eres
mañana.
Esa que al alba te mirará al
espejo.
Para cerrar las puertas y abrir
las ventanas,
Para alejar de ti todos tus
miedos.
Y habrá una mano, un sol, un nuevo día.
Un renacer, una ilusión; un
tiempo nuevo.
Y mis abrazos limpios curaran tu
herida.
Y la oscuridad será solo, para tu
carcelero.
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