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domingo, 9 de febrero de 2014

A nuestras sociedades: más socráticas y menos sofistas



Voy a violar a una de mis leyes. Porque no creo en los seres malos y es una ley en mi personalidad ética. Referente al mal creo que existen las ideas malas, los pensamientos malos, los sentimientos malos, las acciones o aplicaciones malas (esto lo cubre la Justicia y sus tribunales) y en las enfermedades malas (de la psique), pero no creo en los individuos malos, absolutos o por naturaleza. Siempre trato de evitar señalar a una colectividad y decir que ellos son malos, o que son los malos; pero este post va a ser una excepción para esta situación extrema... de extrema pobreza para millones de ciudadanos. Los malos para nuestras sociedades democráticas son los neosofistas. Y una vez auto violada mi ética, en este sagrado momento de mi moralidad pública, iniciaré una reconciliación, procurando el método y la razón. Primero, ¿quiénes son estos nuevos sofistas?, ¿quiénes fueron, al menos, los primeros sofistas?

Entramos en la Antigua Grecia (siglo VI a. C.), una época de oro para el pensamiento humano, de ella emana el conocimiento llamado occidental, antes de fundirse con el conocimiento global que todos los humanos y nuestros pueblos están generando en la actualidad. Por lo tanto también es importante la Antigua Grecia para la sabiduría general humana de hoy en día. Estamos ante el Logos (la razón) intentando hacer frente a las supersticiones y en muchos casos a las tradiciones, e incluso ante la religión, buscando un mundo más justo a través de la lógica y la razón. Pero éstas trazaron varios caminos y muchas filosofías nacieron en aquella época, muchas vías del conocimiento iniciando sus primeros pasos, y pasos firmes, con sólidas teorías y argumentos. La explosión filosófica dio vida a muchas ciencias, muchos grupos iniciando nuevas disciplinas del conocimiento y muchas escuelas filosóficas. Pero si entre todas estas colectividades buscásemos individualidades hay una crucial: Platón. Individuo clave, sobre todo si buscamos a Sócrates y a los sofistas.

Platón (427-347 a. C), además de ser unos de los mejores filósofos de la Antigüedad, es una fuente, a veces la única, de otros excelentes filósofos de la Antigüedad, y de otras corrientes o escuelas filosóficas, como la de los sofistas. En la historia escrita Platón es el primero en mencionar a los sofistas (en una de sus odas). De igual manera que gracias a Platón sabemos sobre Sócrates (470-399 a.C.), su maestro y posiblemente el mejor filósofo griego. Y así sabemos que los conocimientos sofistas se enfrentaron a los conocimientos socráticos y al mismísimo Sócrates. No está probado, pero aún como hipótesis, aquello que nos cuenta la Historia (o Platón) de los sofistas y de Sócrates sirve para comprender mejor a la deficiente filosofía aplicada en las actuales sociedades públicas. Merece la pena que intentemos saber cómo mejorarlas, y en esta ocasión, sólo con conocer o repasar este pasaje histórico ya casi sabríamos cómo. Veamos.

Los sofistas buscaban de la filosofía principalmente dos de sus virtudes, la oratoria y la dialéctica, y las trataban como herramientas de persuasión para construir sus objetivos. Por ello “sofista” vino a significar maestros o “profesionales de la sabiduría”. Y aunque la oratoria y la dialéctica pueden tener mucho de ética, los sofistas las utilizaban más como estética, más para favorecer el éxito personal o privado que para mejorar la situación pública, o degenerando hacia ello. Pero ni siquiera era estética de su propia ética, sino de la ética del mejor postor, por lo tanto y en muchas ocasiones era la estética como fachada o disfraz de un interior real muy diferente o incluso contrario. Donde se presenta una ética ante los medios o espacios públicos pero en realidad se está tramando o aplicando otra. Bien es cierto, y para no dejar sin abogado a los sofistas, que esto ocurrió cuando el movimiento degeneró y abiertamente buscaban el prestigio intelectual, social, político y económico mostrando un escepticismo y un relativismo que a la larga resultó insultante.

Antes, en mejor época para el sofismo, el sofista era bien mirado socialmente, cumplía su labor ofreciendo una imagen cultivada e intelectual del poder, apareciendo con agradable carisma hacia la población o ciudadanía (de hecho el mismísimo Pericles tuvo consejeros sofistas). Pero el movimiento sofista degeneró, el lujo se convirtió en vicio, corrupción y perversión. Todo valía hacia el éxito personal y la riqueza particular, éstas eran las metas filosóficas de unos maestros sofistas que sabían mucho. Sabiduría al servicio de la riqueza económica, del poder político o del éxito jerárquico, del mejor postor. Y todo esto ocurriendo ante las narices de Sócrates, el gran Sócrates, el cual propugnaba por una filosofía para la instrucción intelectual y moral del hombre en la búsqueda y conocimiento del bien colectivo y de la justicia. Sócrates fue el encargado de parar los pies filosóficos a los sofistas... Aunque al final le costó la vida (fue condenado a muerte o exilio, y eligió muerte).

La guerra intelectual quedó servida ante la mirada pública. Los sofistas eran poderosos en los discursos, Sócrates era imbatible en los diálogos. Los sofistas “hipnotizaban” a los jóvenes con excelente oratoria y dialéctica, eran captadores. Sócrates utilizaba la ironía con sus preguntas, llevando al interlocutor frente a su propio conocimiento y ante la siguiente duda. Y entonces, con una pregunta nueva, desafiaba a dar un paso más allá en la reflexión lógica. Con esta mayéutica o tratamiento no ofrecía el concepto, sino que dejaba que su interlocutor creara el concepto en su mente por iniciativa propia (aunque inducida). Sócrates no ofrecía conocimiento, lo sembraba. No enseñaba a nadar, dejaba al pupilo o al interlocutor en el agua, y él por sus propios medios aprendía a nadar. Los sofistas, además, cobraban por dar clases a los jóvenes, Sócrates no. Los sofistas ofrecían conocimiento con carácter relativo, otorgando al propio conocimiento un valor dudoso. Sócrates no copiaba conocimiento, un hombre no era un libro copiado, recreaba el conocimiento en otras mentes y las dejaba partir, libres, pero más capacitadas en la búsqueda del bien, particular o común.

La humildad de Sócrates era aplastante: “sólo sé que no sé nada”, decía. Y posiblemente la cita más famosa del sofismo sea “todo es relativo”. Para mí esta cita me sirve como puente hacia el mundo del sofismo, una licencia para saltarse todo, para justificar cualquier medio o violar cualquier ley. Otorgando a ciertos males comunes unos valores insignificantes mientras el valor particular del que observa esté rodeado de lujos y poder. Menos mal que la famosa cita es un puente muy frágil, con un leve soplo de lógica podemos barrerlo. Pues “todo es relativo” supone una contradicción, porque equivale a manifestar un absoluto, una verdad absoluta, entonces: TODO NO ES RELATIVO. En cambio se podría decir “Todo es relativo, salvo esta afirmación”, estableciendo entonces una afirmación no relativa, sino absoluta. Espero o creo que quede claro, decir que "las verdades absolutas no existen" es pretender establecer una, por lo tanto es contradictorio, sin valor lógico, de igual manera sería decir que todo es relativo.

Sin embargo, y es curioso, si dijésemos lo contrario no habría contradicción. Si dijésemos “todo es absoluto”, podría o no ser verdad, pero la frase no tendría contradicción, estaría bien construido el mensaje. Si invertimos el signo cambia la fórmula. Pero este post no es para profundizar en la filosofía, sino para que emerja entre las sociedades actuales. Porque me temo que estamos padeciendo sofismo o neosofismo en el poder político y, como consecuencia, en el económico. Ambos poblados de neosofistas vendiendo una ética pero aplicando otra, un claro abuso de la moral pública y de la política ciudadana. Y claro, con un poder político infectado, con ramificaciones a todo lo público, se transmite y se infecta mucho más, llegando a muchas instituciones de los tres poderes (democracia) y en todos los campos sociales o ministerios, como sanidad, educación, economía pública, servicios sociales, empleo, jubilación... ¿Nos suena?, sí, tal y como está pasando ahora en España y en otros países. Por ello, al toparme de nuevo con los sofistas, he comparado con la actualidad y me he asombrado, parece calcado a la filosofía, al menos a la ética, que los poderes públicos aplican en la actualidad para detrimento del bien común. Qué lástima no tener pormenorizado aquella época aún aceptando sinceridad en Platón. Pero podemos hacernos una idea o respuesta si preguntamos cómo actuaban los sofistas.

Buen verbo para el tema sofista, actuar, acción y/o interpretación, actores, técnicos en la representación y en la persuasión. Es tan efectivo el sofismo de la actualidad o neosofismo que ha sabido permanecer oculto en tiempos de bonanza económica, pero ahora, como los pueblos sumergidos de los pantanos, aparecen a la vista al bajar la economía a niveles de pobreza severa para millones de ciudadanas, ciudadanos y sus hijas e hijos. Ahora se les ve claro, son los sofistas, utilizan la política pública y las empresas privadas para obtener el placer y el poder de hacer lo que quieran mientras los demás, la gran mayoría, resultamos impotentes. Obviamente para ellos la democracia es relativa, tanto que pueden reformar la Constitución en una reunión de despacho y encima decirle a la cara a la Ciudadanía que eso es democrático... y no puedes hacer nada hasta la siguiente legislatura. Son capaces de matar a la democracia y presentarla como si estuviera vivita y coleando.

Los sofistas del siglo XXI se agrupan en torno a dos ocupaciones muy ligadas entre sí, la política pública y la empresa privada. Son políticos o empresarios, pero se turnan, es decir, a lo largo de sus carreras son políticos y empresarios (al menos dentro de empresas o multinacionales con cargos de responsabilidad). El ciclo se completa cuando los sofistas/políticos obtienen el poder público y comienza el reparto del presupuesto del Estado entre empresas privadas afines a ellos (bien por ser de amigos, de familiares, o apalabradas). Y por supuesto el ciclo mayor se produce con sofistas/empresarios de mucho poder en grandes empresas o multinacionales. Que después de recibir mucho dinero ciudadano por adjudicaciones de obras o contratos públicos suelen ofrecer cargos a los sofistas/empresarios cuando se retiran de la política (se les contrata sin saber mucho qué van a hacer, supuestamente de consejeros o asesores, pero cobrando un pastón). En síntesis comparativa es como la cadena de transmisión entre los dos piñones de una bicicleta, un piñón es el sofismo/político y el otro el sofismo/empresarial, y la cadena es el dinero público.

Y para llegar al dinero público es necesario el poder público, que sería la fuerza que mueve los pedales de la bicicleta para que los dos piñones sofistas se nutran de dinero ciudadano, con mucha más cantidad del que merecen por lo que hacen o supuestamente hacen en esos contratos o adjudicaciones. Sin poder público (piñón político) la bicicleta sofista se detiene, he aquí el centro de la diana para el arquero neosocrático. Porque creo que necesitamos un nuevo movimiento socrático en este siglo XXI, si no lo hay habría que crearlo, si lo hay, hay que apoyarlo hasta que llegue al poder sin que importe la tendencia política y democrática que gobierne. Sin duda una ética política de marcado carácter socrático nos traería a todos un bien común mucho mejor al actual o sofista. De hecho, cualquier ética donde predomine el bien común democrático es mejor a la actual ética sofista. No es sólo una cuestión de gustos o preferencias éticas, sino de justicia. Pero la ética y la justicia están muy ligadas, y el poder público o político conlleva el poder legislativo (y a la capacidad de indultar), entonces, ¿qué ética presentan los sofistas como fachada?, otra pregunta clave.

Los sofistas son o pretenden ser profesionales de la persuasión y sin reglas (“todo relativo”, entre comillas por incierto), es decir, utilizan todo lo que tengan a mano, cualquier ideología democrática les vale. Por ello hay sofistas en la llamada derecha política y hay sofistas en la llamada izquierda. Aunque un partido democrático de una ideología pura llegue al poder público, casi al instante recibirá el asalto de los sofistas, es más, posiblemente ya los llevaba antes de llegar al poder. Pues están camuflados en todos los grandes grupos económicos o políticos, dispuestos a casi todo para ir escalando poderes y riquezas, utilizando una fachada aparentando que se está actuando por el interés general. Tanto es así que con el último gobierno del socialista Zapatero se consiguió el respaldo político (reforma de la Constitución española) que tanto necesitaban los sofistas internacionales. Y con este primer y ojalá único gobierno del conservador Rajoy el sofismo inunda todas las actividades económicas y públicas. Se venden empresas públicas como si toda empresa pública conllevara necesariamente pérdidas. Se están repartiendo las propiedades y los patrimonios ciudadanos recortando los derechos sociales y civiles con nuevas leyes que dificultan las protestas colectivas y el acceso a la justicia necesaria. Incluso se está modificando el Código Penal para penar algunos de los derechos civiles, políticos y sociales reconocidos internacionalmente.

En esta analogía entre el sofismo en tiempos de Sócrates y la actualidad, española o europea, incluso mundial, hay que cambiar algo de la Historia. Sócrates no debe ser condenado a destierro o muerte. Esta vez Sócrates debe vencer. Pero cómo, qué hizo Sócrates, dónde erró ¿o no erró?, ¿fueron vencidos los sofistas por Platón el discípulo de Sócrates?, ¿o por Aristóteles (discípulo de Platón)?, ¿cómo?. Porque necesitamos saber cómo vencerlos en esta nuestra época histórica. Ojalá podamos, no sólo profundizar en esta historia pasada, también en la reflexión para hallar los puntos débiles de este neosofismo político y económico. Sin duda nuestras sociedades y ciudadanías democráticas mejorarían esta época que está viviendo o, para la gran mayoría, padeciendo. Por mi parte intentaré hacerlo y escribir un post al respecto con los resultados. Y si alguna lectura del presente post quiere colaborar, por favor, a su disposición queda este blog y sus comentarios. Gracias.


Autor: Ciudadano Humano (@ciudadanoNick)

"Pero la época de la caballería se ha ido. La de los sofistas, economistas y calculadores ha triunfado, y la gloria de Europa se ha exitinguido para siempre".
Edmund Burke



2 comentarios:

  1. Me encanta ver mi texto en vuestro excelente blog, ahora nuestro texto. Un abrazo.

    @ciudadanoNick

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  2. Me encanta ver tu texto en este blog, me encanta compartir espacio contigo y me encanta pensar que habrán más.
    Gracias por tu colaboración. Otro abrazo para ti.

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