Me gusta mi nombre. Me fascina llamarme Elena. La Santa, hija de Zeus y de Romano, madre y mujer de Constantino, la de Troya, la que brilla en la oscuridad, la Princesa del Gran Duque, la de Pávlovich, la Emperatriz, la de Bizancio. Aunque cuando me siento sexy prefiero decir que me llamo Jelena. Entonces digo que soy la de Borbón y Grecia.
Tengo sencillas rutinas. En la semana me despierto a la misma hora. O un poco más tarde. O algo más temprano. No soy predecible. Siempre hago lo mismo. Aunque suelo alterar mis patrones. Por seguridad. Cuando me salgo de la cama me tomo una píldora que previene los calambres. La tengo al lado de la cama. Un frasco grande. Y medio vaso de agua que amanece fría cuando enciendo el acondicionador de aire. Hace años que el espasmo muscular en el estómago me persigue. Creo que el exceso de ejercicio y la acumulación de ácido láctico me matan poco a poco.
Disfruto
fatigar los músculos.
Preparo un
desayuno liviano. Aunque no siempre lo
hago. Tomo un baño de agua
caliente. O puede ser fría. En ocasiones me gusta depender de la época
del año. Me lavo siempre el pelo
primero. Para que el agua imperfecta
aparte el desaseo de mi pelo rizado. Y
de los pies pase al desecho desaguador cualquier impureza malquerida de mi
cuerpo.
Trabajo en el
Depósito de Libros de la Biblioteca de la Universidad. Siempre hago lo mismo. Leo. Y
me encargo de los libros raros.
Lo más raro
que tenemos es el primero de los seis volúmenes de la Biblia Políglota
Complutense. Para ella se compró una
enorme jaula de acero en la que descansa junto a todas las cosas raras que
sobran en cada esquina de la Biblioteca.
El volumen fue regalado por el “Benefactor”. Un viejo profesor de historia que huyó de la
España de Franco con el fruto del pecado bajo el brazo. Creo que lo excitaba el texto en arameo que
se había incluido en cada página del Pentateuco. Le molestaba que llamaran raro a su regalo.
–Más raro es ese sable que le han puesto al lado y que solo los dioses saben de qué tienda de disfraces lo han sacado.
La jornada
ocurre rápido. Siempre aparece un
estudiante que pregunta por algo raro.
Lo que usualmente no existe. Pero
disfruto tratando. Buscando. Aunque no encuentre. Siempre evitando las rutinas. Para no encontrar. Porque el que busca, dicen que encuentra.
En las tardes
tomo el tren y camino unas pocas cuadras para regresar a la casa. Hago una cena liviana. Miro la televisión un rato. Entonces me baño. Cuando empieza a caer la noche.
El baño de la
noche me lo tomo con calma. Lleno la
tina con agua tibia. Le añado al claro
líquido algunas sales de baño aromatizadas.
Sales del Mar Muerto. Con
perfumes afrodisíacos de la flor de loto.
Que tiñe de verde mi improvisada laguna.
Navego. Olas. Sin arena.
Me siento para
quitarme el exceso de agua. Los pies
primero. Tratando que la humedad
restante del baño se me seque sobre la piel.
Evitando que el paño seco retire de mi cuerpo los residuos de mi
intimidad.
Me visto con
ropas suaves y cómodas. Vestidos
breves. Que no me pesen sobre los
hombros. Cuyas telas me adulen el
cuerpo. Livianas. Tacones altos.
Me sirvo una copa de vino rojo y salgo a sentarme en el balcón de mi piso. A verlos pasar. Al tiempo. A las vidas. Al amor. A la traición. A la luna si anda de ganas. A ver si esa noche me visita. Ella o él. Aunque no siempre hago lo mismo.
Me sirvo una copa de vino rojo y salgo a sentarme en el balcón de mi piso. A verlos pasar. Al tiempo. A las vidas. Al amor. A la traición. A la luna si anda de ganas. A ver si esa noche me visita. Ella o él. Aunque no siempre hago lo mismo.
Me gusta
deshacerme de la ropa poco a poco. Todas
las noches. Mientras ellos me gozan o me
gozo yo misma. Haciéndome la desentendida. Mientras soy observada. Cuando él me visita, le ofrezco abundante
vino para que me coja en el balcón.
Recostada contra el muro que define mi casa del espacio abierto donde
todo pasa. El susto que él siente de que
lo adviertan me ofusca. Saber que él
sabe. Saber que ella sabe.
De noche soy
Nanette y me gusta desnudarme en el balcón.
“Esta calle triste, se alegra cuando pasas tú, mujer preferida entre todas”
José Angel Buesa
No hay comentarios:
Publicar un comentario