Siempre que se habla de los DDHH se suele pensar en
aquellas dictaduras o países subdesarrollados donde sus gentes malviven en
condiciones infrahumanas. Efectivamente,
esa nefasta realidad que ensucia la dignidad de la raza humana existe
pero, ¿Y nosotros?
Como ciudadanos del
mal llamado “primer mundo” hemos aceptado hasta ahora la creencia de que cualquier
ley aceptada por nuestros supuestos gobiernos democráticos han respetado siempre los Derechos Humanos. La
comparación, que se suele usar cuando no se tienen argumentos, no suele admitir
discusión o espacio a la legítima queja y es de esa manera, por la que solemos
aceptar con resignación los dogmas que
nos vienen impuestos por determinadas élites. Sin embargo, un simple repaso por
la Declaración Universal de los Derechos
Humanos a la que nuestra Constitución está sujeta, nos servirá para darnos
cuenta de que la batalla por la libertad, la justicia y la paz queda aún lejos
de ser ganada y que, sólo a través del ejemplo de los que NO estamos movidos
aún por el hambre, podremos alcanzar tan necesaria utopía. Pero sólo a través de
una mirada librepensadora que no se deje nublar por el miedo, la necesidad o las mentiras
infundidas, seremos capaces de observar como nuestros derechos son
ultrajados diariamente. De esa manera,
podremos ver por ejemplo como nuestra Constitución permite que el Rey, sin haber sido elegido democráticamente, es
inviolable ante la ley y no está sujeto a responsabilidad alguna. ¿Acaso no
todos los seres humanos nacemos libres e
iguales ante la ley? (Art. 1 y 7).
Nos creemos hombres y mujeres
libres y sin embargo vemos a diario como una nueva religión llamada economía de
mercado nos convierte en esclavos en
tanto y cuanto somos NO somos libres de elegir nuestra manera de vivir en pro
de la competitividad y el crecimiento constante (Art. 4). Se nos dice que toda
persona tiene derecho a la libertad de
pensamiento, de conciencia y de religión y entonces, ¿Por qué me veo
obligado con mis impuestos a subvencionar a la Iglesia Católica? (Art. 18).
Construimos con esfuerzo una Sanidad Universal, ejemplo en el mundo entero de
solidaridad y respeto a todos los seres humanos y deciden ahora,excusándose en
los datos económicos, que existen personas que no tienen derecho a ser curadas
por ser inmigrantes (Art. 22). Aceptamos que todas las personas tienen derecho a la
igualdad en el trabajo sin discriminación alguna, pero vemos que estos mismos
inmigrantes o las mujeres siguen cobrando
menos por el mismo esfuerzo (Art. 23). Por si fuera poco, con la aplicación de
la nueva ley de seguridad ciudadana, si decidimos manifestarnos ante tales
injusticias seremos multados sin juicio previo,
con tal de coartarnuestro legítimo derecho de protesta. Además, como si de una
macabra tragicomedia se tratara, los ciudadanos españoles deberemos a partir de
ahora ser autorizados para manifestarnos
pacíficamente. (Art. 11 y20). Y como esclavos voluntarios,
vemos que tales acciones son justificadas en muchos casos por nosotros mismos gracias
a nuestro derecho a votar un programa electoral cada cuatro años, programa que
podrá o no ser cumplido según el criterio o “deber moral” de los que nos gobiernan
y bajo una ley electoral que prima al
bipartidismo y censura el derecho legítimo a que los votos de los partidos
políticos minoritarios valgan lo mismo (Art. 21). ¿Qué podemos hacer ante tales
injusticias? Podemos seguir compadeciéndonos de vivir inmersos en una crisis que
unos pocos propiciaron en su propio beneficio y resignarnos o, por el
contrario, podemos sumarnos a la rebeldía
y decir que NO aceptamos este sistema económico injusto. ¿Acaso el
sistema actualnos garantiza el derecho a un nivel de vida adecuado que nos
asegure, así como a nuestra familia, la salud y el bienestar, y en especial la
alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica o los servicios
sociales necesarios? Quizá nosotros no lo veamos, muchos moriremos antes, pero
utilicemos el tiempo que se nos ha dado en esta vida para hacer de éste un mundo
mejor. Hoy más que nunca: ¡Luchemos por nuestros derechos!
Autor: Ismael H (@Sientelasletras)
"Los derechos humanos son sus derechos. Tómenlos. Defiéndanlos. Promuévanlos. Entiéndanlos e insistan en ellos. Nútranlos y enriquézcanlos. . . Son lo mejor de nosotros. Denles vida".
Kofi Annan
- Para acceder al texto íntegro de la Declaración Universal de los Derecho Humanos sólo se tiene que clicar sobre el enunciado de los mismos.
Más de Ismael H. en su blog Siente las letras
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