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sábado, 24 de agosto de 2013

Una historia urbana

Como todos los días, Helena pasaba muy temprano por aquella calle dirigiéndose a su trabajo. Verla pasar se había convertido en la mayor ilusión para Pablo, quién también, todos los días, se sentaba en la misma mesa de aquel café desde que había llegado a la ciudad. Desde el primer día, la había visto y le atrajo la manera ágil y liviana con la que aquella chica caminaba. Su paso era rápido pero, parecía que flotaba. Su melena se movía al compás de su paso y le daba un aire mágico a su cara. Pasaba sin mirar a ninguna parte, parecía indiferente al mundo, aunque Pablo intuía que ella sabía que no era para nada indiferente a los demás. Aunque lo anhelaba, Helena nunca giro su cara para al menos, cruzar una mirada con él.

La esperaba todos los días como quien espera al sol. Los fines de semana se habían convertido para él en la búsqueda de aquella figura y aquella cara en todas las mujeres con las que se cruzaba pero, era una ciudad muy grande y tendrían que actuar todas la casualidades del universo como para que aquello ocurriera. Por esa razón, esperar para verla pasar de lunes a viernes, había empezado a ser su razón para levantarse sonriendo.

Pero, sucedió un viernes. Helena no pasó. Para Pablo aquello había sido como un mazazo. Esperó por encima del tiempo al que ella acostumbrara pasar, miraba calle arriba y calle abajo esperando verla aparecer. Nada. Se tuvo que ir, ya llegaba tarde a su trabajo pero, se fue con un temor que le recorría todo el cuerpo ¿Y si no la volvía a ver?

 Ese fin de semana fue especialmente triste y desconcertante para Pablo. Inútil era buscarla porque ya sabía que no la encontraría en las jóvenes que pasaban por su lado.

Entonces, comenzaron las preguntas y los reproches ¿Habrá pasado por allí más temprano? ¿Por qué nunca se le acercó, al menos para saludarla? Hubiese oído su voz. ¿Por qué no hizo algo para que ella notara su presencia? Quizás ella, hubiese girado hacia él y se hubiese encontrado con su mirada. Fue un fin de semana muy largo pero decidió que el lunes se levantaría más temprano y si ella aparecía por aquella calle, se le acercaría con cualquier pretexto. Eso le animó y le hizo soñar hasta que llegó el lunes.

Se levantó muy temprano y con ilusión dobló la esquina en dirección a su mesa de siempre, en aquel café. Su primera impresión ya fue muy decepcionante, la mesa estaba ocupada. Siguió caminando “tal vez a la persona que estaba allí no le importaría cambiar de mesa” pensaba. A medida que se iba acercando se iba convenciendo que esa sería la solución. Se acercó y la joven que estaba allí sentada se giró y le dijo “llegas tarde” Helena, estaba más hermosa que nunca.

Autor: @lenenaza 

"Amo como ama el amor. No conozco otra razón para amar que amarte"
Fernando Pessoa



5 comentarios:

  1. Precioso Nerea y real como la vida misma, ¿vá a seguir la historia? quiero saber de Pablo y Helena, en que acabarán ó ha acabado, en fin, soy una romántica como tú Nerea. Escribes precioso, enhorabuena y felicidades.

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  2. Solo quiero felicirarte y gracias y que sigas así eres maravillosa niña.

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  3. Eres una romántica y compartes tus fantasías con los demás, lo que quiere decir que también eres muy generosa. Ha sido un verdadero placer leer una historia tan urbana, que nos podría pasar a cualquiera que no se rinda porque cree en el amor.

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  4. Deja que mi amor te rodee como 
    la luz del sol, y que, aún así, 
    te de libertad iluminada.
    Rabindranath Tagore

    Me rindo ante tu sensibilidad.

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  5. A veces, la situación que pueda resultar mas simple y sencilla, es una historia en si. Todos tenemos historias pero, al ser propias nos parece que no tienen importancia. El amor siempre creará historias y cada una de ellas estará llena de emociones encontradas. Si nos dedicáramos a escribir las nuestras, nos encontraríamos con que el amor, todos lo vivimos como algo sublime y digno de escribir y contar.

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