A veces sabéis, me gustaría volver a ser un niño. Sí es que
alguna vez, en lo más profundo, he dejado de serlo…
Y ver el mundo con los ojos de entonces. Sin barreras. Ni
límites… sin fianzas.
Con la paleta de colores intacta y fresca, y el pincel
impoluto.
Y volver a tener esa sensación de las primeras veces. Del
descubrimiento. De que las cosas ocurren sin ser consciente de ello,
sencillamente ocurren; para saborearlas efímeras y dulces como cuando el tiempo
nunca importaba, tan sólo el placer de vivirlas.
Ser niño. Sí…
Para abrir todas las puertas sin llamar, sin miedo a lo que está
al otro lado. Sintiendo el pomo de la vida en tus manos por instantes que
huelen a tardes de verano.
A sonrisas contenidas. A olor a pan tierno recién hecho de
la abuela. A abrazos con olor a azahar y canela…eternos. A leche caliente y
esperanzas.
Niño.
Para correr descalzo las calles sin miedos. Sin perjuicios.
Para abrazar a todos sin esperar que nadie te lo pida. Abrazar… sí.
Abrazos....
Disfrutando cada bocanada de aire, cada atardecer al volver
del estanque como el mejor de los viajes; el viaje hacia un hombre que nace,
aún sin saberlo.
En el estanque...
De nuevo, niño.
Para decir lo que siento al viento y a las gentes, a boca
llena. Sin tamices. Sin filtros. Sin esperas. Plagado de palabras que llevan
dentro la más pura esencia de los sentimientos.
Para hacer de la equivocación, un juego. Y del juego, del
juego… la norma.
Niño para tocar con la punta de los dedos todo, de nuevo. Y
nuevo.
Para acariciar a mi madre. Y limpiar despacio el vaho de la
mañana.
Para dibujar sobre mi perro nubes que surgen de colores
sobre su pelo desgastado; y apretar la mano de aquel amigo y compartir aquel
afecto de su amistad más sincera.
Apretar la mano...
Ser niño… para soñar.
Para sentir que todo es posible por el mero hecho de
pensarlo, de esperarlo… de compartirlo.
Y tejer fantasías en cada esquina y sembrarlas al recodo del
camino esperando que el rocío de la vida germine esas semillas. Las de la
inocencia.
Semillas que germinen...
Para mirar a los ojos y sentir siempre, que hablan. Que la
verdad no es un fin sino la rutina.
Que ser astronauta es lo normal…y que la risa es la mejor
merienda.
Volver, sí. Volver a ser niño.
Para recordar que hay algo maravilloso dentro de cada uno,
que hemos olvidado. Que a veces olvidamos.
Un ser irrepetible. Un milagro.
Una oportunidad forjada durante años que no puede
desperdiciarse, porque lo traicionaríamos.
Un corazón que late, que siente. Que desea y espera; que a veces necesita solamente que volvamos
por un momento a ser lo que fuimos… para no olvidarlo.
Volver al origen. A la esencia. A nosotros mismos y nuestros
sueños.
Como todos los días, Helena
pasaba muy temprano por aquella calle dirigiéndose a su trabajo. Verla pasar se
había convertido en la mayor ilusión para Pablo, quién también, todos los días,
se sentaba en la misma mesa de aquel café desde que había llegado a la ciudad.
Desde el primer día, la había visto y le atrajo la manera ágil y liviana con la
que aquella chica caminaba. Su paso era rápido pero, parecía que flotaba. Su
melena se movía al compás de su paso y le daba un aire mágico a su cara. Pasaba
sin mirar a ninguna parte, parecía indiferente al mundo, aunque Pablo intuía
que ella sabía que no era para nada indiferente a los demás. Aunque lo anhelaba,
Helena nunca giro su cara para al menos, cruzar una mirada con él.
La esperaba todos los días como
quien espera al sol. Los fines de semana se habían convertido para él en la
búsqueda de aquella figura y aquella cara en todas las mujeres con las que se
cruzaba pero, era una ciudad muy grande y tendrían que actuar todas la
casualidades del universo como para que aquello ocurriera. Por esa razón,
esperar para verla pasar de lunes a viernes, había empezado a ser su razón para
levantarse sonriendo.
Pero, sucedió un viernes. Helena
no pasó. Para Pablo aquello había sido como un mazazo. Esperó por encima del
tiempo al que ella acostumbrara pasar, miraba calle arriba y calle abajo
esperando verla aparecer. Nada. Se tuvo que ir, ya llegaba tarde a su trabajo
pero, se fue con un temor que le recorría todo el cuerpo ¿Y si no la volvía a
ver?
Ese fin de semana fue especialmente triste y
desconcertante para Pablo. Inútil era buscarla porque ya sabía que no la
encontraría en las jóvenes que pasaban por su lado.
Entonces, comenzaron las
preguntas y los reproches ¿Habrá pasado por allí más temprano? ¿Por qué nunca
se le acercó, al menos para saludarla? Hubiese oído su voz. ¿Por qué no hizo
algo para que ella notara su presencia? Quizás ella, hubiese girado hacia él y
se hubiese encontrado con su mirada. Fue un fin de semana muy largo pero
decidió que el lunes se levantaría más temprano y si ella aparecía por aquella
calle, se le acercaría con cualquier pretexto. Eso le animó y le hizo soñar
hasta que llegó el lunes.
Se levantó muy temprano y con
ilusión dobló la esquina en dirección a su mesa de siempre, en aquel café. Su
primera impresión ya fue muy decepcionante, la mesa estaba ocupada. Siguió
caminando “tal vez a la persona que estaba allí no le importaría cambiar de
mesa” pensaba. A medida que se iba acercando se iba convenciendo que esa sería
la solución. Se acercó y la joven que estaba allí sentada se giró y le dijo
“llegas tarde” Helena, estaba más hermosa que nunca.
Soñar despierto como actitud ante
la vida. Pensar que siempre se puede ser un poco más libre. Deshacerse de las
ataduras del materialismo y crear una sociedad donde sentirse cómodo. Esa es la
patria que anhelo y te invito a alcanzarla conmigo. Juntos, uno al lado del
otro como iguales, porque esa es la única manera de avanzar con paso firme. Si
decides unirte recuerda una cosa: no todos están dispuestos a ser felices. Intentaran
doblegar nuestra voluntad, humillarnos y hacernos creer que ese mundo no
existe. Nos explicaran con fórmulas que no tenemos conciencia y que nuestro
único Dios es la razón. Y cuando eso pase y estés a punto de flaquear, mírame a
los ojos y dime si sólo somos materia gris. Dime si ayudas al inválido a subir
las escaleras para quedar bien o lloras a tus muertos por costumbre. Intenta
convencerme de que el inmigrante no tiene derecho a curarse y el anciano debe
morir de frío en la calle. Bésame y dime que no me amas… No, ese no es el mundo
que tú deseas. Buscaremos la utopía sin miedo al fracaso porque hemos nacido
para sentir y pensar, porque nos repugna el dogma y el egoísmo. Lucharemos
hasta el fin por alcanzar ese sueño, puesto que no se me ocurre una manera
mejor de vivir la vida contigo.
Yo no tengo grandes
conocimientos, lo justo para echar el
día como decimos por aquí, pero sé lo que me gusta, lo que me emociona, lo que me pone la piel de
gallina, las cosas sencillas.
No entiendo de música, pero para
mi el sonido de las zapatillas de los costaleros en la “Madrugá” o una saeta, o
una sevillana cantada entre mi gente es la mejor música que puedo escuchar. De poesía se poco, pero si veis la giralda con la luna llena o
recortándose en ese cielo azul de Sevilla, no hay mejor poema.
De matemáticas, física o
ciencias, poco; y de
infinitos el que me gusta es el que me dicen mis hijos cuando les digo
cuanto me quieren. De economía ¿para qué
quiero saber? Si los que saben nos tienen hundidos.De pintura, de verdad que me quedo con las obras de arte
que adornan mi frigorífico, nunca me falta un dibujo para cada ocasión. De arte no sabré, pero estoy rodeada de artistas, que aquí en
Sevilla arte ”pa” exportar tenemos.
Así que lo dicho no soy una mujer
llena de conocimientos, pero la vida me
enseña todos los días un montón de esas cositas que a mí, a estas alturas, son
las que me valen SABIDURÍA POPULAR la
llaman, pues yo quiero esa sabiduría
Las trampas del lenguaje “políticamente correcto”, de la
hipocresía que alimenta y de lo poco que cambia las mentalidades y los
comportamientos respecto al problema que pretende resolver.
Lo políticamente correcto es un eufemismo traducido del inglés y poco o nada tiene que ver con la política y mucho con la hipocresía social. Hay una serie de expresiones políticamente incorrectas para las que se buscan sustitutos moralmente aceptables. El problema es que con el paso del tiempo los antiguos eufemismos se acaban convirtiendo en palabras ofensivas, que necesitan de un eufemismo todavía mayor. De coja a invalido... disminuido... impedido.... hasta llegar a discapacitado ¿cúal será la próxima?
El quedar bien, es una tendencia
de la doctrina social postmoderna que consiste en evitar caer en
descalificaciones para no ofender a minorías, medianías y mayorías sociales,
esto estaría bien si no fueran en realidad meros formalismos de cara a la
galería, lo malo no son las palabras, no está mal llamarle cojo al que lo es,
lo malo es seguir sentado en el asiento del autobús mientras el cojo las pasar
canutas en medio de un autobús lleno de gente.
Para poder mantenerse dentro de
lo políticamente correcto es necesario tener mente de censor, no se puede dejar
pasar una palabra sin riesgo de que esta repercuta en nuestra corrección y nos
haga quedar como unos impresentables o cabrones con pintas.
La diferencia entre la buena
educación simple y llana y el lenguaje políticamente correcto es debido a que
el que utiliza el eufemismo trabajadora sexual, le faltan cojones para llamar
puta a una mujer que cobra por follar y aquí es donde aparece la madre de todas
las hipocresías porque una palabra se utiliza de puertas para afuera y la otra
de puertas para adentro, pues mira tú donde está la gracia si por delante le
dicen señorita y por detrás puta, lo de siempre vamos.
En definitiva, resulta repateante tanta
hipocresía, tan moralina, tanto aparentar, y tanta mierda debajo de las alfombras, tanto miedo a decir o a llamar a las cosas por su nombre como llamar a la
impotencia disfunción eréctil, a la pornografía, películas para
adultos y a los pobres, personas en riesgo de exclusión social.
Autor: Pepp
"La distinción primordial en un diplomático es que puede decir no de tal forma que suena que sí"
Que envuelve con su capa arcoíris, campos, trigales,
amapolas y mis olivares del alma.
....... amapolas
Terruño, simple.
Donde todo florece, puede y se engalana. Donde todo nace,
muere, pena… sana.
Un universo donde perderme y conmigo, tu mirada.
Ser piso firme, regado por el agua que la noche regala a la
mañana. Refrescando los terrones resecos de sol y cuidados. Patria de todos, y
de nadie. Mi patria.
Duro.
Terreno compacto impertérrito al dolor, para no sentir las
pisadas.
El peso insoportable
del tiempo, de las miserias, de las ausencias y las faltas. Y escurrirán
por mí las lágrimas que nunca fueron, las más duras; las del alma.
E imperturbable al calor y al frío. Al viento, al dolor o a
la calma.
Abrigaré semillas tiernas o daré cobijo a nuestra almohada.
Norte y guía. Suelo, luz y encrucijada.
Encrucijada .......
Inmenso.
Para ser una pradera cubierta de colores, por valles y por
montañas. Y dejarme andar por pies de niños descalzos, pura alegría; esperanza.
Por las montañas .....
Cubierto por manos que encuentran abrigo al calor de la
hierba que nace, recién cortada.
Para vivir sobre mí, la esencia, la noche, la pasión… y el
alba.
Para ser tierra.
Fértil. Padre. Madre. En calma.
Tierra que acoja la lluvia que lave mañanas y penas, para
regar nuestras entrañas.
Tierra. Para esconder bajo un manto profundo, mis miedos y
mis nostalgias. Mis risas que son tuyas. Tus besos, los nuestros. Mi ayer y tu
mañana.
Tierra para guardar mi calor y el tuyo, esperando primaveras
que hagan brotar nuestras plantas. Tallos tiernos. Hojas nuevas… el verde de mi
esperanza.
Tierra para recorrerlo todo, para cubrir continentes, ser
espacio, horizonte. Serlo todo… para ser nada.
Tal vez el lector espere encontrar en esta
entrada algún comentario sobre la novela o la película que llevan este título.
Aunque esta sería una buena razón de lectura para los cinéfilos, no es la
orientación que quiero dar a mis reflexiones.
La expresión Hoguera de las
Vanidades viene de la Florencia del siglo XV. Existía por aquella época un
monje dominico de nombre Girolano Savonarola, quien llegó a ser el confesor de
Lorenzo de Medici “El Magnífico”. A medida que este monje fue ganando adeptos a
sus sermones, estos fueron haciéndose más incendiarios; criticando el lujo, la
corrupción, la riqueza y la vida superficial que se vivía en aquella Florencia.
Sus críticas, por ende, alcanzaron a los Medici. Sus seguidores, animados por
el monje, comenzaron a realizar las conocidas hogueras de vanidades, donde se
arrojaban al fuego toda clase de objetos que significaran opulencia. Trajes
lujosos, joyas, libros y obras de arte, todo lo que consideraban parte y
alimento de la vanidad.
Hubo una gran hoguera que fue la más famosa de
todas, se realizó en la Piazza della Signoria. El resplandor de esta hoguera se
pudo ver desde cualquier punto de Florencia; en ella ardieron cantidades
inmensas de objetos recolectados por la muchedumbre que le seguía. Se dice que,
el propio Boticelli lanzó al fuego obras propias. No olvidemos que ese era el
momento de mayor esplendor artístico de aquella ciudad y del renacimiento. Aquella
fue la gran “Hoguera de las Vanidades”.
Las hogueras consumieron
cantidades ingentes de maravillas en libros y arte. Lo que no consiguieron
consumir fue la vanidad misma. Savonarola y su propia vanidad hicieron que no
hubiese medida en sus ataques y provocaciones, se sentía idolatrado por las
masas de la ciudad y, curiosamente, a pesar de haber influido en la quema de
libros muy valiosos, escribió su propio libro, el cual fue incluido en los
libros prohibidos por la iglesia. Tampoco la vanidad de los florentinos se
quemó en las hogueras; pronto todo lo quemado era sustituido y hasta superado en opulencia. El
monje fue excomulgado por el papa, juzgado y quemado en el mismo lugar donde se
produjo la gran hoguera.
Han pasado más de cinco siglos
desde la gran hoguera. La vanidad sigue intacta. El discurso de Savonarola, si
le extraemos toda la carga de fanatismo, no deja de hacernos reflexionar. La
vanidad no tiene época, es parte del ser humano. ¿Hay alguien exento de ella?
Definitivamente, no. Haciendo una simple panorámica de la situación en la que
se encuentra inmersa nuestra sociedad, tenemos que concluir que ese innato
pecado , nos ha traído a la ruina económica y social. El deseo de acumulación
de pertenencias, la competencia por ver quién logra almacenar más, nos ha
emboscado. La corrupción, el engaño y el fanatismo por ídolos de barro, ha
actuado como el monje, que logró embaucar a un pueblo para beneficio de su
propia vanidad. La arrogancia, el envanecimiento, el deseo de ser admirado y
envidiado, aún por encima del propio concepto que tenemos de nosotros mismos,
nos ha hecho mirar para otro lado y no ver que nos estaban llevando hasta el
precipicio. Quienes nos gobiernan han demostrado que sus actuaciones frías y
calculadas no eran otra cosa que el fin lucrativo. Nos han arrastrado a aceptar
vivir con lo mínimo, haciendo que se cuele el temor en nuestras mentes para
poder controlar las masas. Se han convertido en críticos de conductas que ellos
han almacenado para ellos mismos, con el fin de lograr huestes que les
endiosen. Pero como Savonarola, no han podido con su vanidad; una vez
conseguido el objetivo, ella misma, les ha desnudado.
Uno se da una vuelta por la redes sociales y se da cuenta de lo falsos e hipócritas
que podemos llegar a ser todos, digo todos, porque alguna vez todos hemos jugado a ese juego tan de moda entre los usuarios
de las redes, la falsedad, donde decimos aquello que quiere oír el otro
mientras nos guardamos para nosotros
aquello que realmente pensamos. Jugamos al juego de las falsas verdades
y las mentiras hechas verdad. Jugamos a
aquello que decir yo te veo igual que siempre cuando una persona haya engordado
considerablemente, que seáis felices
cuando lo que piensas es que te sea leve con ese energúmeno, yo te quiero mucho
pero lo que realmente quiero es que no volver a verte el careto.
Es divertido ver como personas que uno sabe a ciencia cierta que se han
dicho de todo a espaldas de cada uno de ellos se profesan un profundo y
verdadero amor fraterno. Como algunos con los cuales hace siglos que no
mantienes contacto alguno, de forma insistente quieren ser tu amigo virtual. Te
llegan frases llenas de amor, amistad y cariño de personas que poco o nada nos
importan. Como unos y otros venden una
falsa amistad de cara a la galería cuando en realidad hace semanas no saben nada
el uno del otro. Esos falsos te quiero, esos aparentes besos y abrazos que constantemente nos mandamos llenos
de vacío y carentes de sentimientos.
En muchas ocasiones lo mejor en mantener
un hablador silencio ante estas falsas exaltaciones de amistad aunque se
debe reconocer que puede llegar a ser divertido participar en este tipo de
actuaciones para saber hasta dónde pueden llegar nuestros niveles de falsedad,
hipocresía y cinismo.
Aunque ahora tampoco se trata de escupirnos la verdad a la cara los unos a
los otros, ya que aquellos que se venden
ante todo como sincero, lo hacen envueltos en una falacia. Cuando una persona dice ser muy sincera, lo
que verdaderamente quiere decir es que ella puede decirnos todo lo malo que ve
en nosotros sin poder enfadarnos pero no oses decirle lo mismo ya que nos
tendremos que atener a sus funestas
consecuencias. Yo siempre bonito y hermoso, tu feo y carente de importancia.
De lo que verdaderamente se trata es de relacionarnos con los demás con la
mayor naturalidad posible, sin esconder ni falsear, en la medida de lo posible,
lo que verdaderamente pensamos. Uno puede tener una relación de cordialidad con
otra persona que no sea de nuestro agrado sin necesidad de llegar esa falsa exaltación de la amistad verdadera.
Uno puede mantenerse en silencio ante estos inexistentes sentimientos que
parecen unir a dos personas cuando en realidad nada o poco saben el uno del
otro. Uno puede evitar este tipo de actuaciones pero en verdad cuan divertido es
participar en el juego de la falsa verdad y la mentira hecha realidad.
"Amistad nunca mudable por el tiempo o la distancia, no sujeta a la inconstancia del capricho o del azar, sino afecto siempre lleno de tiernísimo cariño, tan puro como el de un niño, tan inmenso como el mar".
José Zorrilla
Esta ciudad
es de mentira
No puede ser.
Esta ciudad es de
mentira.
No puede ser que
las palmeras se doblen
a acariciar la
crin de los caballos
y los ojos de las
putas sean tiernos
como los de una
Venus de Lucas Cranach
no puede ser que
el viento levante las polleras
y que todas las
piernas sean lindas
y que los
consejales vayan en bicicleta
del otoño al
verano y viceversa.
No puede ser.
Esta ciudad es de
mentira.
No puede ser que
nadie sienta rubor de mi pereza
y los suspiros me
entusiasmen tanto como los hurras
Verónica Calvo es escritora, lectora, viajera, amante de las artes, en especial del cine y la música. Ha cursado estudios de arte dramático, análisis de texto, dramaturgia, técnica de guion para cine y televisión, técnicas de voz para el actor (dicción y foniatría), expresión corporal y danza.
Escritora desde los doce años. Se adentró en la poesía y en el relato corto, pero pronto quiso profundizar en más géneros, con sus primeras narraciones cortas fue tomando contacto con el estilo narrativo que le permitía desarrollar al completo una obra de este género, este hecho también le permitió adentrarse en el mundo del guion.
Bloguera desde hace años bajo el seudónimo de Ananda Nilayan, posteriormente Verónica C., publicando entre ambos más de 400 poemas, reflexiones, relatos cortos y prosas. En la actualidad con su nombre al completo, Verónica Calvo, nos presenta una obra inédita.
Su primera publicación es el poemario “Las pequeñas esencias” que es el primero de una colección de poemarios donde la autora nos descubre la belleza, el compromiso, el intimismo de su género, todo ello bajo un prisma personal cargado de sentimientos, con un vocabulario extenso y cercano, nada cabalístico, es poesía en esencia, letras que llenan de verdad su realidad interior y se hacen comprensibles a todo tipo de público.
En este poemario la autora arruga el corazón, el alma y el tiempo, condensando sensaciones y sentimientos que hace explotar calando en los adentros del lector. Son gritos de una poeta que vive y siente de una forma peculiar… comprometida con la soledad, el amor y las letras.
En este tiempo actual donde los poetas no gozan de reconocimientos anteriores por motivos diversos, Verónica Calvo es sin duda alguna un referente en la poesía contemporánea. Alguien que desde su anonimato ha inundado la red con centenares de poemas, reflexiones y prosas.
Verónica Calvo es alguien que rompe las barreras poéticas establecidas para acercar la poesía a todo el mundo, haciendo prevalecer la idea por delante de la forma.