El 29 de diciembre de 1934 Federico García Lorca estrenaba en el Teatro Español de Madrid su obra “Yerma” con su compañía teatral “La Barraca”. El papel estelar fue interpretado por Margarita Xirgu, uno de los mitos teatrales del siglo XX. La relación entre Lorca y Xirgú ya venía de atrás ya que con él ya había protagonizado la obra “Mariana Pineda”, basada en la vida Marina de Pineda Muñoz, y su lucha contra la restauración del absolutismo en la España del siglo XIX. Yerma está ambienta en un entorno rural, y junto con “Bodas de sangre” (1933) y “La casa de Bernarda Alba” forma parte de lo que se ha denominado la “trilogía lorquiana”.
Lorca definió “Yerma” como un poema trágico, lleno de simbolismo cuyo tema central es la esterilidad y la fecundidad. El agua tantas veces mencionada en la obra, puede representar la fertilidad, la vida, la esperanza cuando se habla del agua que corre, que fluye, mientras que el agua estancada en un pozo es todo lo opuesto. Cuando en la obra se habla de la arena, de la sequedad, simboliza la infertilidad, mientras que las flores y la leche materna nos hablan de la alegría ante la maternidad. También hay un tema subyacente en la obra, el tema de la moral, de la honra, del respeto a los convencionalismos sociales por encima de la libertad del individuo, esa moralidad que subyuga a Yerma a hacer aquello que la sociedad espera de ella, y esto se repesenta cuando en la obra se hablan de los muros, de los impedimentos que nadie puede cambiar... "Algunas cosas no cambian. Hay cosas encerradas detrás de los muros que no pueden cambiar porque nadie las oye”.