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martes, 22 de septiembre de 2020

Bienvenido otoño...


Desde mi ventana veo llegar el otoño, como  en todas las estaciones, buscando los colores.  Ha llegado la época en la que el mar se viste de azul marengo, combinando armoniosamente con el gris de las nubes.  Va apareciendo casi de forma imperceptible, sin hacer ruido, solo las débiles lloviznas que tras los cristales encuentran las melancolías dormidas de los poetas.  Se despiertan las metáforas  para describir la tristeza, porque no hay  poesía más bella que la lluvia cualquier día de otoño. 
Ninguna estación como esta para despertar sensaciones. Es un cuadro barroco lleno de dorados y ocres.  Retorcidas hojarascas y calles alfombradas de vidas  que se despiden ya cumplido su tiempo;  dejando espacio a los cipreses para que velen su muerte y a las rosas de invierno, que se preparan para cuando llegue la  escarcha.  Suave brisa que roza nuestras caras sonrosadas por el frió, temblor de vida cuando sentimos como el calor se escapa de nuestro cuerpo y la gente, que parece que camina sin prisa, pisando despacio el suelo mojado o saltando charcos con paraguas de colores para retar al cielo e ignorando las ramas desnudas que tiemblan con el viento.