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sábado, 16 de noviembre de 2013

Atardecer

                                           Atardecer


Trae la tarde una brisa tibia embalsamada con los aromas del hinojo y la retama que bajan del monte, tras la línea de los inhiestos eucaliptos que recortan un cielo plácidamente azul punteado de golondrinas fugaces.
Refluye el agua en el estanque donde se miran los flores blancas y fucsias de los macizos de hortensias, arrimadas al umbrío muro, esperando el frescor del anochecer y el premio del rocío en  la  madrugada.
Ladran los perros en la lejanía y cantan los gallos equivocando su son en la veraneada tarde de soles largos que acarician las viñas y regalan sus últimos rescoldos a las entregadas buganvillas de encendido rojo.
Tintinean alegres los faroles del porche animados por un viento solano que eriza la piel en la sombra y  aquieta el alma como un vaso de agua helada y cristalina mitiga la sed del caminante, peregrino del asfalto.
Se cimbrean rojas y verdes las hojas  nuevas de las photinias, alzando sus ramas rebrotadas al sol, estirando sus tallos como queriendo alcanzar fugaces en el estío los más altos y azulados firmamentos, como si no hubiese más vida que este cielo y este sol y el presentido otoño no fuese a llegar nunca por más que por repetido ya  intuimos su venidera arribada.  
  
          Autor: Descastedo (Antonio)         



"Una emoción llena de piedad, terror, amor, pero una emoción muy fuerte, la empujaba y le hacía ser consciente del otoño. El verano estaba llegando a su fin y el atardecer le brindaba perfumes de perecimiento que resultaban patéticos porque eran una reminiscencia de la primavera. ¿Que una cosa y otra cuadraban intelectualmente? Una hoja, levantada violentamente, bailó detrás mientras otras hojas yacían sin ningún movimiento".
Edward Morgan Forster







1 comentario:

  1. ANTONIO, solo decirte que escribes con un sentimiento envidiable, te felicito, y te leo siempre.UN SALUDO CARIÑOSO.

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