Los rayos de luz que se colaban
por las rendijas de la persiana la despertaron. Se desperezó un poco y se sentó en el borde de la cama, y observó a Sergio que dormía plácimemente, parecía como si la estatua de "David" de Miguel Ángel estuviera a su lado. Se vistió con sigilo
y se escabulló de aquel diminuto apartamento. De camino a la parada del
metro para ir a su casa se compró un café en una de esas modernas cafeterías donde venden el café a precio de oro. No había casi nadie en el metro,
la ciudad parecía paralizada en aquellas primeras horas del domingo, incluso pudo elegir asiento en aquel vagón semidesierto. Mientras
hacía el trayecto de vuelta a casa se perdió en sus
pensamientos. Recordó el primer día que conoció a Sergio; aquella mañana al
llegar al trabajo encontró a la féminas de la oficina un tanto alborotadas,
especialmente las más jóvenes, y cuando vio aquel joven moreno de ojos verdes
entendió el porqué. Se lo
presentaron como Sergio,el nuevo asistente del director de finanzas. A modo de saludo Sergio dibujó en su cara una bonita sonrisa de la cual quedó prendada.
Aunque trabajan en departamentos
diferentes solían coincidir en la máquina del café, ya que ambos eran adictos a la cafeina. Los cafés discurrían entre risas, charlas y algún que otro coqueteo. Descubrió que ambos tenían gustos y aficiones parecidas, y la misma
manera de ver el mundo y vivir la vida. Y un día se sorprendió
al entender que Sergio le estaba proponiendo seguir una de esas efímeras charlas con un café fuera de la oficina. Ella no supo muy bien que decir, respondiendo con un escueto "quizás" pero al volver a su mesa de trabajo esbozó una amplia sonrisa por el hecho de pensar que un chico diez años más joven que ella pudiera invitarla
a salir. Se dijo a si misma que ese pensamiento era un tontería, que Sergio
habría dicho eso como el típio "te llamaré para quedar", a sabienda que esa llamada nunca se producirá.
Casi sin darse cuanta su trayecto había finalizado, tenía muchas ganas de llegar a su casa para darse una ducha y meterse en la cama. Y en cuanto abrió la puerta se
quitó la ropa y se dirigió directa al baño. Una vez duchada se dispuso a
desayunar y en su camino hacia la cocina se topó con un espejo y al ver su
reflejo pensó divertida que pensaría Sergio si la viera con esa pintas, si la encontraría atractiva con aquel
viejo pijama de franela. Después del desayuno se fue directa a la
cama, quería dormir el resto del día, sin ninguna molestia, así que apagó el
móvil y se dispuso a dormir y mientras llegaba el sueño pensó en cómo le costó aceptar una cita con Sergio, después que éste insistiera a una y otra vez. No tardó tanto en aceptar la propuesta
de aquel atractivo cincuentón con un aire a Richard Gere que conoció en el
gimnasio, que resultó ser un idiota pedante, que sólo sabía hablar de sí mismo y que le hizo sentir como si ella tuviera que darle las gracias por haberla invitado a cenar. El atractivo de ese hombre fue decreciendo a medida que hablaba, de parecerle un hombre interesante pasó a ser una persona de lo más
repulsiva, y el minutero del reloj no corría lo rápido que ella hubiera querido
para que aquel tormento acabara ipso facto, y en esos momento maldijo la educación recibida por sus padres que le impedía levantarse y dejarle con la palabra en la boca.
Cuando se despertó ya estaba anocheciendo, era casi las ocho de la tarde, no sabía cuántas horas había dormido
pero se despertó como nueva y hambrienta y los gruñidos que provenían de su
estómago deban cuenta de ello, y pensó en pedir una pizza y comerla viendo
alguno de los capítulos que tenían pendiente de las muchas series que seguía y que casi nunca llegaba a terminar. Encendió su móvil para pedir la pizza y
mientras se acicalaba un poco, del móvil
comenzaron a sonar varios avisos de llamadas y mensajes pendientes, entre ellos
había 3 llamadas y varios mensajes de Sergio.
Esperando a que viniera la pizza
meditaba sobre lo que le iba a decir a Sergio. La verdad es que el tiempo volaba a su lado,
la noche del sábado le pareció un suspiro, rieron, hablaron, bailaron, y porque
no decirlo, el sexo fue increíble, habiendo entre ambos una conexión especial desde el primer momento, y pensar en él, le hacía tener una sensación que hacia tiempo que no sentía por nadíe, pero ¿Qué futuro podría tener una hipotética relación con Sergio? Si a ella
sólo le quedaban un par de años para ser una “cuarentona” y Sergio acababa de
cumplir un cuarto de siglo. Entonces se dio cuenta que estaba llena de muchos de los perjuicios y
convencionalismo sociales de los que ella siempre había querido huir, contra los cuales siempre había combatido,¿Dónde estaba aquella mujer libre, independiente, y a la cual
supuestamente no le afectaba aquello del que dirán? Seguramente en ese momento
estaba escondida en algún lugar porque sus pensamientos sólo le ponían trabas y
problemas a la hora de plantearse algo más serio que la noche que había pasado
con Sergio, así que decidió que mañana, en la hora del café hablaría con él, le
diría que había sido una noche muy especial pero que ahí se quedaría.
Llamaron al timbre y abrió la
puerta, su pizza de peperoni ya había llegado y mientras mordisqueaba el primer
trozo encendió la tele para ver alguna película o serie, pero un aviso de
mensaje sonó en su teléfono; era un mensaje de Sergio, un emoticono con los
ojos tristes, y ese pequeño gesto la enterneció y cogió el móvil para llamarle, para hablar con él y esclarecer la situadción entre ambos. Miró de reojo el reloj que tenía en la sala, y vio que eran casi las dos de la mañana, la pizza estaba fría y aún continuaba hablando con Sergio, el tiempo había vuelto a volar
mientras hablaba con él. Viendo lo tarde que era y que en apenas cinco horas
tenían que levantarse decidieron continuar su charla mañana, después de trabajo tomando un café...
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