Terenci Moix, sobre Bette Davis,
decía que “su grandeza es hoy indiscutible. Su recuerdo, imborrable. Es la
grandísima Bette del cine. Una actriz como ninguna otra. Seguramente, la mejor
de todas.” Y es que su carrera está
avalada por numerosos récords: más de cuarenta años de carrera, dos Oscars y
diez candidaturas, además de una veintena de personajes memorables que recorren
todos los matices del alma femenina. Fue
despiadadamente avariciosa como Regina en “La loba”, orgullosa y manipuladora
en “Jezabel”, y una fría y calculadora asesina en “La carta”. Estas tres películas las realizó con el director William Wyler y pocas veces en el cine se ha llegado a
un punto de unión entre el genio interpretativo y la elegancia en una magnífica
realización, todo esto unido a que la actriz y el director tuvieron un romance, llegándolo a considerar ella como el amor de su vida, pero las desavenencias creativas entre
ambos hicieron romper el idilio.
Bette Davis fue en dos ocasiones
Isabel I de Inglaterra, papel que le venía bordado a una actriz que tenía
muchos puntos en común con la independencia de carácter de la Reina Virgen. Con la emperatriz Carlota de México volvió a incidir en el drama histórico, esta vez en un personaje de apoyo a la
trama más que de protagonista; pero aun así la carga dramática que incorpora es
magistral y redondea “Juárez”, una película llena de aciertos.
Mención aparte merecen sus
melodramas, que esta actriz bordó con actuaciones antológicas donde demuestra
su gran ingenio interpretativo con papeles que exigen un cambio de registro
constante por ser mujeres que se van transformando, progresando en el transcurrir
de sus vidas, de sus historias, de sus penurias, y de sus alegrías. Así vemos como
desde la despreocupación asume con fortaleza la idea de la muerte cercana en
“Amarga victoria” con Humphrey Bogart, con quien también compartió cartel en “El bosque petrificado”,
gran película de cine negro. “Amarga victoria”, según ella afirmaba, fue el
mejor trabajo de su carrera. En otro gran melodrama como es “La extraña pasajera", comienza siendo una reprimida para acabar viviendo en libertad absoluta y no
sólo asume esa manera de vivir para ella misma, sino concediendo ese
derecho a todo aquel que la rodea. En “La solterona”, película que compartió con
su muy odiada Miriam Hopkins en un magistral duelo interpretativo entre ambas,
hace el registro inverso desde la libertad hasta la rigidez y el autoritarismo.
Y qué decir de hitos del cine
como “Eva al desnudo” o “¿Qué fue de
Baby Jane?”. La primera es la película
definitiva sobre el mundo del teatro donde hombres y mujeres luchan por triunfar en este medio. La segunda es una
de las películas de culto por excelencia de Hollywood, famosa, entre otras
cosas, por el apabullante duelo interpretativo entre Bette Davis y Joan
Crawford, enemigas tanto en la pantalla como en la vida
real. Se dice que esta enemistad surgió cuando Bette Davis dio calabazas a la promiscua Joan Crawford. Davis llegó a
decir que nunca en su vida se lo había pasado mejor que cuando tiró por las
escaleras a Joan Crawford durante el rodaje de esta terrorífica cinta.
Davis demostró que también podía
ser una actriz de comedia en títulos como “La novia de junio y “El hombre que
vino a cenar", esta última una comedia de ingenio cuyo guion está lleno de frases con
talento, gracia, e inteligencia: “-No
debe comer dulces. -Mi tía abuela se comió una caja todos los días de su vida,
vivió hasta los 102 años y a los tres días de morir tenía mejor aspecto que
usted ahora” “-Hay un pulpo en la puerta. -Vale así tendré alguien inteligente
con quien hablar”. Esta película es una obra singular en la trayectoria de Bette Davis ya que formaba parte de un
reparto coral, algo poco habitual en
ella. En el film, ella es la personificación de la calma, el personaje que
vuelve a poner orden tras el huracán.
Bette Davis rompió con el viejo molde de las estrellas de cine, no quiso ser simplemente
decorativa, lucir su glamour como Greta Garbo, ser simpática como Janet Gaynor,
fingirse una gran dama de la escena como Norma Shearer. Trató de imponerse como
actriz, sin encasillamientos, no sólo aceptaba toda clase de papeles,
camareras, fulanas, viudas, solteronas, arpías, borrachas... es que luchaba por conseguirlos. Nos ha dejado
innumerables papeles eternos, quien vea cualquiera de sus películas por primera
vez y tenga un mínimo de gusto estético no puede dejar de sentirse impresionado
por sus magistrales interpretaciones que perdurarán por siempre en su memoria
porque traspasan lo circunstancial, el hoy y el ahora. Bette Davis es un
monstruo del cine, uno de esos monstruos que ya son mitológicos porque no se puede
dejar de pensar que es mágica y legendaria. Una mujer que curiosamente como
ella afirmó en su día escogió el camino difícil en la vida y que al final
resultó ser el camino hacia la gloria.
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