Llevo marcado a hierro en el alma el sello de presidiaria,
tengo atada la
esperanza a la cárcel de una actitud forzada,
calla, saluda y
sonríe.
Encerrada entre
infinitas paredes de las que no puedo escapar,
encasillada en celdas
cuadradas de una mente cuadriculada,
calla y sonríe.
Mi espíritu es
prisionero del daño,
ya no nado, chapoteo,
ya no vuelo, tengo
las alas abrasadas,
ya no bailo, mis pies
están deshechos,
calla.
Recorro las calles
como una fugitiva tratando de escapar
de este alma tatuada
con el sello de una esclava,
de las cenizas de un
pasado tan condenadamente presente,
quiero nadar,
quiero volar,
quiero cantar,
sonríe.
Me aferro a una vida,
a una luz, a un paisaje,
que logre sanar las
cicatrices de mi alma de presidio,
de esta odiada
libertad que llevo pintada en mis ojos,
que miran y no se
rinden,
que miran y ofrecen
calor,
que miran aún con
ilusión.
Abriré la puerta de
mi alma, carcelero,
hablaré y lloraré a
un nuevo mañana.
Autor: Símar(@Sirena_Nueva)
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