No podía recordar el día que su
hijo Andrea le había presentado en casa a la mujer con la que terminó
casándose. Sabía que era un detalle sin importancia, pero le molestaba ir
perdiendo el contacto con la familia, desde que su nuera le hiciera hacía seis
meses, no había dejado de pensar en ese tipo de cosas, las sonrisas y el calor
de la familia. Llevaba casi una hora pensando en detalles del pasado, intentado
rememorar los momentos agradables mientras afilaba aquel condenado machete con
las dos piedras que guardaba para hacer
su trabajo. ¿Qué más daba afilarle mucho o poco? En ese momento pensaba en las
tardes que él y su mujer pasaron en casa en su último permiso plagado de
lluvia, sin nada mejor que hacer que ver un rato la televisión, los
telediarios, y esperar la cena. ¿Qué le importaba el condenado machete ahora si
su mujer estaba abandonada? La última carta hablaba preocupadamente de la
artritis que padecía, ¿por qué no se pedían medicinas? Eso si interesaba.
Esperaba que no fueran muchos los dolores, bien sabía él lo que había pasado
aquella valiente mujer para criar a tres hijos y aguantar los malos tiempos,
normal que a su edad le asaltasen achaques, tampoco él era un dechado de la
naturaleza pero en estos tiempos cualquier hombre estaba en condiciones de
combatir. El largo cuchillo ya estaba en condiciones, y si tenía dificultad
para cortar no le interesaba mucho, se lo metió en el cinto. Miro el reloj y se
encaminó por el pasillo del cuartel, bajó dos tramos de escaleras, palmeó a un
joven recluta semidormido al que guiño el ojo suponiéndole asustado de pensar
que fuera el teniente.
- Lo siento es que tuve guardia ayer...
- No pasa nada, eres un buen
soldado, pero no vuelvas a dormirte.Le dijo cariñosamente.
- Eso haré, ¿vendrá luego a ver
el partido? esta vez han separado a los jugadores croatas y serbios y se verá
una alineación más ofensiva.
- Habéis conseguido sintonizar
otra vez la cadena desde aquí.
- El radio, que es un artista-.
contestó el joven con una sonrisa de oreja a oreja.
- Pues luego me acercaré con
cerveza, y nos reímos de esos...que no creo que metan un gol al arco iris. Voy
a pasar dentro.
Le Abrió una puerta y entró en
una habitación en penumbra. Se acercó al fondo de la sala.
-Bueno te lo has estado
pensando, vas a decirme a que hora llegarán esos refuerzos por la carretera del
valle... o sigo como antes.
El prisionero aludido no habló,
sólo abrió la boca para llorar; le agarró por el pelo con brutalidad y
lentamente cortó la punta de la nariz sin cerrar los ojos, calculando el corte
para que este no fuese mortal, el prisionero pataleó, se arqueó hasta casi
romperse en la silla gimoteando; arrojó el trozo de carne sanguinolenta a los
pies del prisionero, entre los jadeos de horror de este.
- Piénsatelo hijo, acabarás hecho
un adefesio si no hablas –dijo mientras limpiaba el cuchillo en la gorra del
enemigo –, volveré a preguntártelo más tarde, puede ser muy largo, otros muchos
han intentado ser más duros y han pedido clemencia, fíjate que nariz más
horrenda se te ha quedado al cortarte ese trozo asqueroso que está a tus pies,
te lo dejaré ahí, para que veas como se puede ir cortando a un hombre
lentamente lo que se le antoje a otro hombre. Necesitamos esa información para
ganar y salvar a los nuestros, esto es así o vosotros o nosotros, la patria
debe buscar su independencia por fin, la autodeterminación de mi pueblo, ahora
estamos cerca, no hay clemencia. No voy a decirte de momento hasta donde
llegaría, pero acabas hecho una mierda. Sólo te diré que dentro de un cuarto de
hora empezaré a abrirte otro boquete en la palma de la otra mano, o puede que
te quite un par de dedos para que no vuelvas a tocar como Dios manda a una
mujer, ya veremos entonces si hablas. Todos los hacéis mientras os meáis de
miedo, ya lo he visto muchas veces.
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