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domingo, 20 de abril de 2014

Versos en una servilleta



El día no invitaba al baño en la playa, el sol sólo se asomaba por momentos y avisaba que de un momento a otro se escondería entre las nubes para ya no volver a brillar. En realidad, no le importaba mucho, ya el día anterior lo había podido sentir en su piel y su ausencia le dejaría tiempo para otras cosas. Caminar por el paseo, a la orilla de la playa también tenía su encanto; se sentía la brisa marina y al mismo tiempo, se apreciaba el mar de otra forma, su tono grisáceo no le restaba belleza. Y luego estaba el enigmático horizonte que siempre reclamaba su mirada. Mojar los pies e intentar adivinar donde terminaba aquella línea hipnótica era su mejor plan. 

Dejar que los pensamientos vuelen libres, sin detenerse a intentar conjugar lo lógico con lo que no lo es tanto. Esa libertad que le daba a sus pensamientos siempre retornaban a ese único que formaba parte de ella y que, aún intentándolo, no lograba esquivar. Pensaba en él…

Mira mi cara acariciada por esta suave brisa,
que no es más que el roce de tus mensajes al viento.
Me alcanzan tus suspiros lentamente, sin prisa
 mis labios se deleitan al sentir el calor de tu aliento.
Te busco en cada ola que rompe en esta playa,
su espuma me salpica queriendo besar mi cuerpo.
Caracolas que se arrastran persiguiendo su estela
me dejan con su canto, el sonido de tus añorados besos.


Le gustaba hacer este tipo improvisaciones en su mente mientras caminaba y pensaba en él. Siempre se decía lo mismo: “la próxima vez traeré papel para anotarlos”  Sabía que ya cuando lo pudiese hacer, no sería lo mismo, ya habrían perdido la esencia del momento. Se sentó un rato en el malecón del paseo para inspirar profundamente el olor a sal de la mañana y volver a perder la mirada, justo donde se une el cielo con el mar. Cuando creyó tener sus sentidos plenos de etéreas sensaciones, de dirigió hasta la terraza del bar donde siempre se sentaba a tomar un café. En pocos minutos  ya estaba acompañada por algunos de sus amigos. Conversaciones triviales e insustanciales que sólo ayudaban a pasar un rato algo entretenido y que nunca lograban sacarla de sus propios pensamientos. Esa mañana les oía pero, el sonido de sus versos era más alto…

                                    Por ti vago por un mundo perdido en la nada,
                                     deseando tus manos y el fuego de tus labios.
                                          Soy navío frágil que boga a la deriva,
                                    buscando en tus brazos el puerto que me acoja.
                                         Tú, ave que vuela buscando su rumbo,
                                 te espero cuando sepas, que tu rumbo es mi boca
                       
Buscó en la mesa hasta que encontró las servilletas, arrancó una del servilletero y comenzó a acariciarla como si de esa manera pudiese transmitir sus versos hasta aquel blanco y débil papel. No se sentía cómoda para escribir delante de sus amigos, ya le habían comentado que la encontraban muy callada y pensativa. No le apetecía exponerse a sus preguntas y además, le parecía innecesario compartir esos momentos tan íntimos. Repasó de memoria el contenido de su pequeño bolso, no recordaba llevar ningún bolígrafo…

 Sangre que va latiendo como fuego por mis venas,
tu recuerdo es el pulso que me mantiene con vida.
Escucho tu voz como eco que retumba,
pronunciando mi nombre en un grito que se ahoga.
Necesito encontrarme pronto en tu mirada,
mi cuerpo se desgarra por el dolor de tu ausencia.
Solo tu abrazo será la playa, donde podré edificar mi morada.


Jugaba con la servilleta, doblándola, estirándola, acariciándola. No se daba cuenta que mientras en su mente iba tejiendo aquellos versos, sus labios sonreían o se contraían.  Sus amigos se fueron despidiendo y allí quedó ella, sola. Metió la mano en su bolso y encontró el lápiz de labios. Estiró la servilleta y con el poco carmín que quedaba, escribió lo que para ella era su mejor verso.
                                    
                                                                                         Te extraño                                                      


Autor: Nerea (@lenenaza)

"Tú que eres diferente de todo lo que ha pasado y va a pasar lejos, a mi lado, tú las ansias del enfermo: el árbol detrás de la ventana".
 Iván Malinowski



2 comentarios:

  1. Absolutamente maravilloso Nerea....siento tan mías todas estas palabras, esa manera de crear es me resulta muy familiar, mis bolsillos están repletos de trozos de papel, servilletas y demás utensilios con miles de palabras que en un momento dado me vienen a la mente....el texto me parece delicioso, la mezcla de prosa y poesía es hermosa, tus descripciones magníficas....ese caminar por el paseo que tanto y tanto echo de menos....

    Y el poema....el poema es arrebatador, desgarradoramente melancólico, hay necesidad, ternura, pasión, esperanza........una preciosidad....

    "Te espero cuando sepas, que tu rumbo es mi boca".........me encanta....

    Esto es por lo que merece la pena tener ojos.....bonita tarde....mil besos y más, mi muy querida Nerea....

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  2. Vaya... me acabo de encontrar, antes de entrar aquí, con una nueva entrada en tu blog y me he quedado extasiada. Que tú me hagas estos comentarios, no solo me llena de satisfacción, sino que me motiva a seguir intentando escribir lo que hierve en mi sangre y que al llegar a mi cabeza, a veces, no se como transcribir.

    Es un lujo leerte y lo es más sabiéndote cerca...

    Gracias por tu apoyo y por todo el cariño que me transmites... me llega ;-)

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