Me deje envolver por tus redes…. Sin saber que serías tóxico para mí.
En mi pupila se quedó grabada tu imagen nada más verte; fuiste capaz de
desarmar mi armadura, aquella coraza que casi nadie podía penetrar. Tu voz, tus
gestos, tu mirada, tu boca, todo tú… me hiciste tu prisionera. Tus palabras
eran dogmas para mí, tu presencia un regalo divino; el poder tenerte, el maná del desierto en el que peregrinaba. Poco
a poco me despoje de todo aquello que yo era, hasta convertirme en aquello que tú querías.
Me transformé en un perro sumiso a la voz de su amo, en un débil junco que se
mecía al vaivén de tus volubles cambios, en el punching que recibía todos los
golpes de tu ira verbal, en aquella que santificaba y redimía todos tus
pecados…. Y siempre haciendo oídos sordos al eco de las voces que me decían que
tú eras tóxico para mí.
Y una vez moldeada a tu imagen y semejanza, me dijiste que ya no era la
mujer que conociste, que había perdido mi fuerza vital, la seguridad que me
caracterizaba, que había perdido la luz que irradiaba cuando entraba en algún
lugar, esa luz que había hecho que tus ojos se fijaran en mi… ahora era una
sombra de lo que fui, un ser pagado, triste, y gris, sin vida ni decisión
propia, que me había convertido en un ser demasiado dependiente de ti… que
habías conocido a otra persona que irradiaba esa misma luz que antaño me
iluminaba a mí…
Fueron días, semanas, meses… un largo año para desintoxicarme de ti, tu
veneno había penetrado demasiado, y no era nada fácil desprenderse de él… Quizás
tu aguijón siempre permanecerá en mí… Pero poco a poco volví a tener luz propia,
pero más siniestra, más oscura, igual que la que tú tenías y que en su momento
no supe ver… y esa luz es la única cosa que de ti aprendí… ser tóxica para con
los demás.
Autor: Carmen (@ Persefone123)
Autor: Carmen (@ Persefone123)
“No hay disfraz que pueda largo tiempo ocultar el amor donde lo hay, ni fingirlo donde no lo hay”
François de La Rochefoucauld
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