Sacó un pequeño libro de la
estantería, con las tapas algo desgastadas y al hacerlo se deslizó un pequeño
papel que estaba dentro de él. Después de sentarse lo abrió y leyó unas pocas
líneas que tenía escritas “Aquí escondido
de miradas y voces hay un mundo para refugiarme en mi huida” No
tenía firma, ni fecha, pero su gran sorpresa fue que era un libro de poesía, en
español. El libro tampoco tenía el nombre del autor, solo el título “Sombras”
Todos estos detalles despertaron su curiosidad y comenzó a leer el libro. Poco
a poco fue sintiéndose deleitada por los hermosos, pero tristes versos que iba
leyendo. Se preguntaba cuanto tiempo llevaría esa nota dentro del libro, quizás
mucho, un impulso le hizo girar el
pequeño papel y entonces escribió: “Pequeño,
gran mundo aquel que nos ofrece refugio en la huida” Lo colocó de nuevo donde lo había encontrado y
se marchó. Durante días, cada vez que llegaba a la librería iba a buscar el
libro, siempre en el mismo lugar. Al cuarto día, al abrirlo encontró una nueva
nota “Mundo de poesía donde todo es
posible viajando por la nada. No hay lágrimas, no hay dolor, no hay
sentimientos, ni emoción, Sólo letras ya sin color” Sintió
un brinco en el pecho y hasta tembló. Quién sería la persona que dejaba esas
notas. Tal vez alguna de las que acostumbraba a ver por allí o quizás alguien
con quién nunca había coincidido. Sentía que estaba formando parte de un
misterio.
Tenía que contestarle, después de
todo era un juego que hacía diferentes y más amenos aquellos momentos “Un mundo en la nada, es nada. La poesía no se
escribe para que se pierda en el limbo. Las letras tienen el color de las
emociones, emociónate” Así fueron
pasando los días y diariamente se encontraba una nota a la que ella respondía
con entusiasmo y hasta con ilusión. En una de las últimas notas escribió su
nombre con la intención de que la otra persona hiciera lo mismo “La soledad es una buena compañía, si no la
culpamos a ella de nuestra propia soledad. Mariana” y así fue, pero esta vez la respuesta
simplemente decía: “Diego” Sonrió, pero al mismo tiempo no sabía que
contestar. Ya cuando se iba a marchar escribió su nota “Diego, este juego es genial, lo que me hace pensar que podríamos
tener una agradable conversación frente a una taza de café” Esa noche, sin poder dormir, pensó que tenía que
intentar descubrir quién era. Muchas veces se sentía un poco tonta creyendo que
tal vez él la veía de la forma atropellada que llegaba a buscar el libro.
La tarde siguiente, de forma bastante
disimulada y aparentando poco interés preguntó al dependiente de la librería ¿Diego ha venido hoy? Este, realmente con poco interés, le contestó
que no sabía quién era ¡Monsieur Diegó! Subió a la primera planta y fue a
buscar el libro. No estaba, buscó por detrás de la estantería por si se había
caído, nada, no estaba, se empezó a poner nerviosa y bajo a preguntar por el
libro. El dependiente le preguntó por el título y el autor, revisó su listado y
le dijo que ese libro nunca había estado en la librería. Mariana se quedó fría,
no entendía nada, llevaba más de un mes teniendo ese libro en sus manos, tenía
que haber algún error. Le insistió al dependiente y este le volvió a confirmar
lo mismo y entonces le dijo que si le interesaba tanto lo podría pedir para
ella. Se quedó un rato callada y despidiéndose se dirigió a la puerta. Ya
cuando estaba a punto de salir oyó la voz de una mujer ¡Mademoiselle Mariana!,
era la otra persona que atendía la librería, se acercó y le entregó un sobre en
el que solo aparecía escrito su nombre. Cuando lo abrió encontró el libro y
dentro de él una nota “Mariana, es tu
libro porque sin saberlo lo has interpretado mejor que quién lo ha escrito, lo
has escrito conmigo, Diego” Sonrío,
no sin sentir un sabor algo amargo, aquello era una despedida. Comenzó a cruzar
el Pont Notre-Dame para volver a casa y llegando al final del mismo vio a un
hombre apoyado en el muro que la observaba fijamente. Cuando estaba ya pasando
por su lado este le dijo “Creo que
podríamos tener una agradable conversación frente a una taza de café”.
Autor: Nerea (@lenenaza)
"El amor es un misterio. Todo en él son fenómenos a cual más inexplicable; todo en el es ilógico; todo en él es vaguedad y absurdo"
Gustavo Adolfo Bécquer
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