Fugitiva
de tu recuerdo me he perdido en el camino.
La
huida me está llevando al límite de tu frontera,
pero
sigo presintiendo que eres tú mi destino.
Mi
mirada se ha cubierto de ambición y nostalgia,
repasando
cada una de tus letras,
recitándolas
de memoria,
buscando
en cuál de ellas se esconde nuestro abismo.
Asomada
a tu ausencia he gritado manteniéndome callada,
esperando
tu mirada,
deshilando
una esperanza que parecía sellada.
Te
hablo de mí, desarropando mi alma
y
te la entrego, sin ti no la quiero para nada.
Ya
no me encuentro en tus versos.
El
calor de tus palabras ahora es un duro invierno.
Se
amontonan las auroras en mi mirada cansada,
decepcionadas
vigilias, estériles esperas, que terminaban en nada.
Demasiado
tiempo voy buscando el sol tras tus tinieblas,
atenta
a tus reflejos, a tu pálida luz, contemplando tu existencia.
No
se hacía donde voy, no se hacía donde me llevas.
Ni
siquiera hay escombros,
no
he conseguido romper tu titánica barrera,
ni
olvido, ni abandono,
tan
solo incertidumbre de tantas noches en vela.
Me
aferro a ti aunque me produzca llanto.
A
ilusiones infértiles donde nacerán todavía más silencios.
Quiero
amar tus manos, la letra en tu poesía,
tus
suspiradas palabras mientras buscas esa rima.
Que
sientas mi presencia en el aire que respiras.
Cobíjame
en tus brazos, ábreme tu alma, terminemos la batalla.
Dos
corazones juntos, ya no son una vida solitaria.
Autor:
Nerea Acosta (@lenenaza)
Con palabras de esta índole, nacen los suspiros. Hay un poso de tristeza, pero también de fértil y bello anhelo.
ResponderEliminarBesos y abrazos de una mano que va delante, siempre con caricias.